Marcos 2, 13-17 “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos”.
Jesús ha venido a sanar y a curar y a liberar; lo vimos en el Evangelio del día de ayer y hoy nos viene a recordar que aquel que no tiene problemas y que su vida es perfecta no necesita de él, por eso, él viene a sanar enfermos. ¿Es tu vida perfecta?
La necesidad de ayuda la tenemos todos. El pobre, el rico, el alto el bajito, el bueno y el malo…todos. Ningún ser humano sale adelante por sí mismo. De ser así, seríamos invencibles y no, la vida nos representa muchos retos, ocupamos que nos den la mano, en toda situación; en la escuela, el trabajo, los deportes y principalmente en las cosas del alma y los sentimientos.
La fortaleza que recibimos por gracia de Dios, nos permite lograr metas y vencer obstáculos. No somos autosuficientes al 100%, pero debemos entenderlo para entonces, poder pedir ayuda. ¡Necesito de Dios! Y ¿sabes? Está bien, no eres menos persona si admites que necesitas del amor de Dios, al contrario, tu humildad te va a llevar a lugares extraordinarios y a realizar cambios en ti, para tu propio bien.
Con frecuencia se habla de la fe con caridad y de las obras de servicio hacia los demás. Es por nuestras obras que vamos a ser reconocidos en el día final y en la vida de otros. Si sembramos en tierra fértil, nuestros frutos van a ser tales, que dejaremos huella y tal vez en el camino a ser santos, vamos también a ser reconocidos por Dios.
Hay que parecernos al Hijo de Dios, acerquémonos al que nos necesita, al que está hambriento de amor, al que ocupa ser cobijado con un abrazo, a aquel que está solo y busca una palabra amable para seguir adelante. Hagamos las cosas con intención y que ésta sea para el bien común, que ayudemos en el día a dīa en la casa o en la escuela, que no pase nuestra vida desapercibidamente, como si no hubiéramos existido. Que el amor de Dios esté siempre presente en nuestro camino para recibir de Jesucristo la sanación que necesita nuestra alma.
Propósito de hoy: Ven Señor Jesús a sanarme, porque estoy enfermo de avaricia, de maldad, de soberbia y tu amor va a sanar mi alma.