Marcos 2, 1-12 “El Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados”.
“¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’ o decirle: ‘Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa’? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados – le dijo al paralítico –: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa”.
El amor de Dios es tal, que nos ha enviado a su Hijo a vivir cerca de nosotros, a compartir su vida con nosotros, a sentir y sufrir como hacemos nosotros también; y lo ha enviado porque nos ama y porque es a través de su Palabra de vida eterna que nos da vida en Jesús, en el perdón.
Jesús que sana corazones heridos, que cura emociones encontradas, que libera demonios, que nos ama. Este es el Nazareno, el que tiene poder para perdonar, para sanar, para liberar y principalmente para amar.
¿Qué es más fácil?, pregunta Jesús, respecto al paralítico que cae desde el techo por la fe de sus amigos, ¿decirle levántate y anda, o liberarlo de sus pecados?. Para la gente normal que siempre quiere “ver”, como tú y como yo, lo más fácil es que se levante y ande ¿verdad?, sin embargo sanar las heridas del alma, tal vez sea más importante para Jesús, que sanar el cuerpo. Entonces nos podemos preguntar : si yo estoy en esa situación, ¿qué le pediría a Jesús que me sanara?…
La fe, es lo único que nos salva. Creer en Jesucristo, en la Palabra de Dios, en sus milagros y su caridad.
Y lo mejor de todo es que la oración nos ayuda a aumentar nuestra fe, al igual que las Escrituras, los Evangelios de Juan, de Marcos, de Mateo y de Lucas; sin dejar de lado al Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) que es una excelente explicación de los sacramentos, de los mandamientos, y de la Palabra de Dios. Si no tienes un ejemplar en tu casa, ve y busca uno. ¡Es que el CIC es maravilloso! A mi me encanta, me auxilia en mis dudas, me recuerda lo que Dios quiere de mí y me ayuda a entenderlo más. Si puedes, adquiere uno. O si vas a ser padrino de Confirmación, de un joven, obséquiale uno, es el mejor regalo que le puedes hacer, aparte de tu amor y tu presencia en su vida.
Jesús, como Dios mismo, perdona nuestros pecados; solo nos toca arrepentirnos y creer en el Evangelio que es él mismo.
Propósito de hoy: Quiero poder arrepentirme de mis faltas y pedirte perdón a ti, Jesús, que sanas las heridas, para yo aprender de ti, a pedir perdón a aquellos que he ofendido profundamente.