Lucas 2, 41-52 “¿Hijo mío, por qué te has portado asī con nosotros?”
Imaginemos que de repente volteamos y alguien querido no está. Tu crees que va de la mano de quien viene contigo y esa persona cree lo mismo, que tu ser querido va de la mano contigo. Y oh sorpresa, cuando al encontrarse vienen solos cada uno. Es una angustia muy fuerte de no saber en donde se encuentra a quien hemos perdido. María y José vivieron esa angustia cuando no vieron a Jesús, hasta que lo encontraron tres días después, en el templo.
Tal vez, Jesús siente lo mismo cuando nosotros nos perdemos, cuando nos busca y no queremos abrirle la puerta. La angustia debe ser muy grande también, porque él viene a darnos lo mejor que tiene, que es su amor y viene a hacer lo mejor que puede que es enseñarnos el camino de la verdad y de la vida, que nos dirige a la felicidad en Dios.
¿Qué pasa cuando estamos perdidos? ¿Por qué nos escondemos? En el caso de Jesús, él tenía una misión que cumplir, que sus padres no podían aún entender, como él les dijo: “¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?” Y no, parece ser que ellos no sabían y no fue fácil aceptar esas palabras, aun así, regresaron los tres a casa a vivir como una familia donde existía el respeto y el amor.
Pero, ¿Cuál es nuestra razón cuando nos le perdemos a Dios? Esta es una respuesta individual, de la cuál solo cada uno de nosotros conocemos.
Muchas veces buscamos respuestas rápidas y soluciones que parece que no cuestan mucho trabajo; sin embargo, no sabemos a lo que estamos exponiendo nuestros valores y nuestra vida. Nos avergonzamos de nuestras acciones y preferimos hacernos de lado, como si Dios no nos viera. Pero, olvidamos que Dios es un padre de amor y que Jesús se preocupa por nuestro bienestar, como el buen padre que es, tal y como fueron María y José durante toda su vida.
La familia de Nazaret, es también nuestra familia y en nuestras oraciones pedimos constantemente por ellos y para que ellos intercedan por nosotros ante Dios. Hoy dedicamos este día a rezar por la Sagrada Familia que nos invita a amarnos y a respetarnos, que nos dan el ejemplo de que en todo momento la familia es nuestra fortaleza. Juntos podemos contra toda adversidad y crecemos nuestra fe. La familia unida en oración, mantiene viva la esperanza y alcanzan un mejor entendimiento de que todos somos diferentes pero estamos unidos en el vínculo del amor, como la Sagrada Familia.
Propósito de hoy: Que la Sagrada Familia sea mi ejemplo de solidaridad, de entrega, de apoyo y de amor, ante todas las cosas para mi familia.