Mateo 10, 17-22 “Todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin, se salvará”.
Tal vez nos sorprende que el Evangelio de hoy nos cambia la alegría de ayer, por el nacimiento de nuestro Salvador, el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, Mateo nos habla de fortaleza.
Al nacer Jesucristo, nace en nosotros la oportunidad de hacer las cosas diferentes para obtener mejores resultados, siempre teniendo en nuestra mente la voz de Jesús. Cuando escuchamos que todos nos van a odiar por causa de Jesus, no debemos asustarnos. Al contrario, hay que tener la certeza de que, tal y como nos lo dice él mismo, no hay que tener miedo ni sentirnos solos: “porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes”.
¡Es Dios que ha nacido en nosotros! ¡Es su palabra de vida la que sonará frente a aquellos que nos odian porque conocemos nuestra fe!, ¡por que nos sabemos hijos del que todo lo puede!
Nace el Niño Dios en nuestro corazón y María también nos protege, como lo hizo con Jesús, porque somos sus hijos amados, hijos de Dios. No lo olvidemos, perseveremos hasta el fin, aún si nos agreden o maltratan porque defendemos nuestros valores morales, nuestra manera de amar y perdonar como nos enseña todo el tiempo Jesús; que los que están lejos de Jesús vean que será difícil humillarnos, porque en nuestra boca, estará la Palabra de Dios y su Espíritu sabrá siempre que responder.
Vivamos cada mañana al despertar, como despertamos ayer: con la esperanza, la paz, el amor, la reconciliación y la fe de que nacemos a un nuevo día con el nacimiento de Jesús en Belén y que estamos preparados en la oración para que todo aquel que hable mal de Dios y nos odie, entienda con nuestro ejemplo, que con Dios, nada nos hace falta.
Propósito de hoy: Padre, que el nacimiento de tu Hijo Jesús en mi corazón, sea mi fortaleza cuando alguien quiera alejarme de tu amor.