Lucas 2, 1-20 “No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor”.
¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad! Nos narra el Evangelio de Lucas, y es que ha llegado el momento tan esperado, para el que nos hemos preparado durante el Adviento estas ultimas semanas. El nacimiento del Niño Dios, de Jesucristo nuestro Señor. ¡Alegrémonos! ¡Vivamos esa emoción anticipada por la llegada del Hijo de Dios!
Su llegada fue anunciada por los ángeles a los pastores que fueron a toda prisa: “Vayamos hasta Belén, para ver eso que el Señor nos ha anunciado”, y encontraron a María, a José y al Niño recostado en un pesebre. “Quedaron maravillados y regresaron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado”.
Hoy, nos ha nacido la esperanza, la misericordia, la voz de la verdad, la paz, el perdón y el amor, en este Niño de Belén; corramos igual que los pastores a anunciar la Buena Nueva de Dios, al Emanuel entre nosotros, a nuestro Redentor; que nuestra visita al pesebre donde se encuentra la Sagrada Familia nos llene el corazón de gozo y nos permita acudir a los demás a compartir con ellos las bendiciones que nacen con Jesús, en nuestro corazón.
Vivamos un momento de paz que no acabe jamás, que siembre en los demás vida; seamos el vínculo de unión con aquellos que están alejados de Dios, con nuestra familia y amigos; levantemos el teléfono o vayamos a visitar al que está solo. Vamos a compartir al Niño Dios con nuestros amigos que no lo conocen, o con nuestra familia que se siente lejos de él por su propio abandono en la obscuridad. Llevemos la luz del amor a quienes nos rodean y si es necesario ¡pidamos perdón! Que Jesucristo sea el motivo de reconciliación, que su llegada nos llene de su presencia en nuestra vida, para aprender a amar y a perdonar.
¡Jesús es la vida, es la luz que nos saca de las tinieblas, es la Palabra que es luz verdadera! Tal y como nos narra Juan: “Y aquel que es la Palabra se hizo hombre, y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. De quien todos hemos recibido gracia sobre gracia, porque la gracia y la verdad, vienen de él”.
Esta Navidad, vamos haciendo espacio para recibir al Niño Dios, y es que, él es el regalo para nuestro corazón. Regalo que une y fortalece, que ilumina y abraza, que nos permite vivir con ilusión y esperanza para que todo aquello que nos propongamos en su nombre, lo recojamos como fruto abundante en su amor en el año que comienza.
Hoy, una vez más, es una oportunidad que nos regala Dios, para comprometernos a comenzar de nuevo, a renovarnos, a hacer las cosas diferentes para bien de todos y a seguir nuestro camino de la mano de su Hijo Jesucristo.
Propósito de hoy: Quiero recibir la luz de Jesús en mi vida y quiero decirle que lo amo y que estoy consciente que su gracia puesta en mi, me permite imitarlo y dar testimonio de que he conocido al Salvador.
¡Que la luz de Jesús jamás se apague en su corazón! ¡Les deseo un próspero Año 2025, de la mano de Cristo Jesús que ha nacido para traernos la paz¡ ¡Feliz Navidad a todos ustedes y a sus familias!