22 DE DICIEMBRE: MARÍA, ARRÓPAME CON TU MANTO DE AMOR.

Lucas 1, 39-45 “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”

Un día fui a visitar a una amiga y me recibió diciéndome: “gracias por tu presencia que ha venido a bendecir mi hogar”. Ahora, imaginar cómo Isabel recibió a María, conmueve mi corazón y seguramente el corazón de la mayoría de los Cristianos. Si yo, sentí una bendición en ese saludo, ¿Qué habrá sentido María?

Isabel reconoció que María sería la Madre de Jesucristo, nuestro Salvador; que ella le había dicho que sí a Dios y que en realidad es bendita entre todas las mujeres. María, la mujer virtuosa de la que recibimos el amor más grande que hay en nuestro corazón y ese, es el amor de Jesús.

¿Alguna vez te has sentido amado por Dios? ¡Deseo que la respuesta sea un gran sí!

Tenemos la presencia de una joven que no dudó en hacer la voluntad de Dios. Ella tenía una fe inquebrantable y aun que no supo entender el anuncio del ángel la primera vez que le habló, la siguiente supo dejar su temor atrás y preguntarle cómo era que daría a luz al Hijo de Dios si era virgen. María supero sus temores al darse cuenta que era Dios quien la había elegido, de entre todas las mujeres, para llenarla del Espíritu Santo y concebir al Mesías, al Salvador, al Dios con nosotros.

Es en María que se hace la voluntad de Dios para beneficio tuyo y mío y es en María que encontramos consuelo cuando vivimos una pena insoportable, tal y como ella vivió la muerte de su Hijo Jesús. Ella nos entiende, nos abraza, nos protege y nos cubre con su manto; ella intercede por nosotros como verdadera Madre, ante Dios porque ella nos conoce y también nos ama.

Cuando María le dijo que sí a Dios, permitió que la historia de amor entre Dios y la humanidad diera comienzo con la presencia de ese niño que nació en Belén. Es con Jesús que aprendimos a orar, a agradecer y a perdonar. Es en su ejemplo que nos entregamos al servicio con amor a nuestros hermanos, es por el amor de Jesús que somos dichoso y que buscamos siempre encontrar la paz a nuestro alrededor.

Propósito de hoy: María Madre mía, este tiempo de Adviento en que me preparo para recibir a Jesús en mi corazón, arrópame con tu manto de Madre amorosa para sentirme siempre amado por ti.