13 DE DICIEMBRE: DAME LA SENSIBILIDAD DE TU CORAZÓN.

Mateo 11, 16-19 “Cantamos canciones tristes y no han llorado”.

¿Acaso hemos perdido la sensibilidad de nuestra propia vida, o hacia los demás, o en la sociedad? Jesús nos habla de la falta de reconocimiento hacia Juan, que no comía ni bebía y decían que tenía un demonio; o cuando llegó Jesús mismo y comía y bebía y decían de él: “Ése es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y gente de mal vivir”,  o cuando los niños jugaban en las plazas y tocaba y nadie bailaba, como pasando una vida sin vivirla.

¿Acaso somos todos igual de insensibles?

Pero Jesús nos trae buenas noticias, él es la buena nueva de Dios, es el enviado a ayudarnos a tener una vida con sentido, a vivir y no solo a “sobrevivir”. La esperanza que nos da la fe, nos ayuda a vivir con confianza y a interpretar la Palabra de Dios con el sentido amoroso de un padre que jamás nos abandona.

Siempre tenemos espacio para rectificar y para convertirnos en mejores seres humanos, sensibles, que podemos ser capaces de empatía hacia quienes comparten el camino a nuestro lado. Jesús quiere que lloremos si hay que llorar, y que riamos, si hay que reír; porque todo en la vida tiene un significado que nos va a llevar a su encuentro. La oración nos ayuda a creer que es Jesús el Camino, la Verdad y la Vida.

No nos olvidemos que el amor de Dios es el amor que nos ayuda a ser fuertes, a comprender que no lo podemos lograr solos, que su misericordia es tan grande que él encuentra cómo perdonar nuestros errores, o las faltas que cometemos en su contra. El quiere que nuestra vida deje fruto abundante, que los que vienen con nosotros siempre tengan una palabra de gratitud sobre nuestra manera de ser; que nunca nos cansemos de dar testimonio de que Dios existe y que es por él que recibimos los dones y los talentos que compartimos con otros y que de alguna manera definen nuestra forma de ser.

Que el servicio a nuestros hermanos vaya de la mano de nuestra fe, porque la fe sin caridad, se convierte en palabras vacías. La fe requiere acciones de amor para dar fruto abundante.

Propósito de hoy: Quiero agradecerte el día de hoy porque tu verdad me ha hecho fuerte en momentos difíciles; enséñame más a orara y ayúdame a aumentar mi fe.