3 DE DICIEMBRE: APRENDO A RECIBIR LO QUE ME DAS.

Lucas 10, 21-24 “Yo te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra”.

Escuchamos con alegría las palabras que Jesucristo le dice a su Padre, en este Evangelio de Lucas y nos regocijamos en su amor, al saber que el Hijo de Dios nos ha enseñado con su ejemplo a dirigirnos al Padre con devoción, con admiración y con total entrega de amor.

“Te alabo Padre”, “Señor del cielo y de la tierra”, “Gracias Padre”.

Y nosotros hemos aprendido a rezar igual que Jesús y a agradecer las bendiciones que recibimos. A darnos cuenta que también somos dichosos al ver y al oír la Palabra de Dios, como nos dice Jesús: “Dichosos los ojos que ven, lo que ustedes ven”, igual que a sus discípulos, para que podamos darnos cuenta que la oración y la fe nos lleva por el camino hacia el encuentro con Dios.

No nos olvidemos de la oración diaria, de la Eucaristía, de la reconciliación y del perdón.  De que fuimos creados a imagen y semejanza de Jesucristo y que continuamente reflejamos en nuestras acciones la imagen del Salvador, nuestro Dios, del Hijo del Padre.

Vivamos para que nuestro corazón siempre busque la manera de agradar a Dios.

Propósito de hoy: Te agradezco Señor por tu amor infinito, que me ayuda a pode decirte que yo también te amo.