Lucas 21, 1-4 “Éstos dan a Dios lo que les sobra”.
¿Cómo estamos nosotros en este tema? ¿Le damos a Dios lo que nos sobra? O ¿lo amamos intensamente todos los días de nuestra vida? ¡Claro que lo a amamos y que no le damos lo que nos sobra!
El tiempo que podemos ofrecerle a Dios, es muy valioso. Tal vez estamos apartando esas dos horas de ir al cine, o de ver a nuestros amigos, o puede también que en lugar de ver la televisión en cuanto escuchamos las campanadas del templo que nos llama a misa, acudimos a la casa del Señor. Y a lo mejor no sabemos, pero ese tiempo que utilizamos para ayudar a alguien o en el servicio de amor hacia los demás, es tiempo valioso que le estamos dando a Dios. Y no se trata del tiempo que nos sobra, no. Estamos hablando del tiempo que organizamos apartar para dedicarlo a lo que hace feliz a Dios y que nos hace felices también a nosotros.
En el Evangelio de Lucas, el día de hoy Jesús nos señala una diferencia muy grande entre la viuda humilde que deja lo que tiene en el templo y del rico que deja algo de lo que le sobra. Jesús nos dice que la ofrenda de la mujer es mas valorada porque a ella le ha costado mucho ofrecerla; a diferencia del hombre rico que ni cuenta va a darse que ofreció algo a la iglesia. Por ahí está la parábola del hombre bueno y perfecto que le pregunta a Jesús: “ya he hecho todo lo que me has pedido, ¿qué me hace falta?”, y Jesús le dice: “que dejes tus tierras, lo vendas todo y lo regales a los pobres. Entonces ven y sígueme”. Nos cuenta la historia que el joven era muy rico y que con mucho dolor se fue a casa sin poder cumplir esto que le pedía Jesús.
Y nos preguntamos ¿por qué? Y es que por lo general trabajamos mucho para tener los bienes que poseemos y despojarnos de ellos se nos hace difícil porque creemos que todo el mérito es nuestro, que lo hicimos solos. Y sí, claro que fue nuestro esfuerzo, pero olvidamos que ni la hoja de un árbol se mueve si no es por la voluntad del Padre. Somos personas fuertes y determinadas y debemos ser a la vez agradecidos con Dios por nuestros dones y virtudes porque es así como logramos metas, cumplimos propósitos y salimos adelante. Es la mano de Dios la que nos va guiando, cuando tenemos el deseo de seguir los pasos de Jesucristo.
Llevar una vida de entrega, de servicio, donde lo que buscamos es la paz en el corazón de nuestros hermanos es cuando le estamos dando a Dios todo lo que somos, cuando vamos a dejarle la ofrenda que refleja el amor que él nos ha dado y cuando imitamos las acciones de Jesús empezando por darle nuestra ofrenda de amor, de perdón y de arrepentimiento.
Propósito de hoy: Padre, recibe la ofrenda de amor que tengo para ti cada día de mi vida; quiero entregarte todo lo que tengo y no lo que me sobra.