Lucas 19, 1-10 “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.
Imaginemos la imagen de un hombre muy bajito que se sube a un árbol para poder vernos, porque quiere saludarnos y está ansioso entre la multitud, ¿Cuál sería nuestra reacción?
La de Jesús fue una reacción de amor.
Y luego ¿Qué sucedió?: todos criticaron a Jesús por haber entrado a comer a la casa de un hombre publicano y rico. Es como cuando hablamos de la iglesia y la gente dice: está llena de hipócritas que solo van a darse golpes de pecho y en cuanto salen, son personas que odian, que buscan vengarse, que están en enemistad unos con otros, con sus hermanos y sus padres, parientes y amigos, que van a la iglesia para que los vean y nada más. ¿Has escuchado a alguien referirse así de nosotros que vamos al templo a recibir la Eucaristía, a oír hablar de Dios? O ¿Has sido tu el que habla sí de los que tenemos fe?
Principalmente darnos cuenta como nos dice Jesús: “el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Bueno, la primera noticia que tenemos que entender es que sí, es verdad. Y por más duras que suenen las palabras, Jesús nos ha venido a buscar a todos nosotros porque somos pecadores, y sí, tal vez ricos, y sí, tal vez hipócritas porque hablamos una cosa y hacemos otra. Estamos en constante contradicción entre lo que predicamos y lo que actuamos, nos negamos a nosotros mismos la bondad que escuchamos de la Palabra de Dios. Nos encerramos en un ego difícil de contener y lastimamos a los demás. No somos sensibles ante la pena o el sufrir de nuestro hermano, y es que, ha dejado de dolernos porque creemos que somos mejores.
Cuando Jesús dice a Zaqueo: “Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abraham”, nos lo está diciendo a nosotros. No importa cuanto hemos pecado, seguimos siendo hijos de Dios y él está siempre dispuesto a recoger nuestro dolor para sanarlo y darnos una oportunidad más para hacer las cosas de una mejor manera.
Somos pecadores y Jesús quiere que lo invitemos a nuestro hogar, que no es otro más que nuestro corazón. Aprendamos a ser también reacciones de amor.
Propósito de hoy: Jesús mío, quiero aprender de ti a ser bondadoso y compasivo, a arrepentirme de mis faltas y a querer pedir perdón a mis hermanos. Quiero que vivas en mi corazón.