Lucas 17, 20-25 “El Reino de Dios ya está entre ustedes”.
Te has puesto a pensar: ¿En dónde está el Reino de Dios en tu vida?
Veamos. Cuando recibimos el bautismo, nos convertimos en hijos de Dios, y él nos da la gracia de la santidad. En el camino de nuestra vida, vamos adquiriendo conocimientos de todo y si crecimos en una familia religiosa puede ser que fuimos cultivando nuestra fe. Y es ahí donde entra el Reino de Dios, en la conversión que vivimos a diario por ser hijos de Dios.
Podemos pensar que eso de convertirse es para los ateos o los agnósticos, sin embargo es una sorpresa para todos saber que cada día de nuestra vida, requiere una conversión intencional de nuestra parte.
Y ¿Qué es eso de la conversión?
Es muy sencillo, es querer ser mejores cada vez; es querer dejar de pelear o discutir por temas que no valen la pena, es dejar de priorizar ese deseo de poder, de control, de dominio sobre el más débil. ¿Puedes reflejarte en alguna de estas actitudes? El Reino está ya entre nosotros porque estamos dispuestos a cambiar, a aprovechar los dones y virtudes que recibimos del Creador; es entregarnos al servicio por los demás que traerá consigo lazos de unidad, de pertenencia de la buena, de la que nos recuerda que somos hijos de Dios.
Aprendamos a orar, y a conocer más a Dios, ¡seamos chismosos y salgamos a hablar de Jesucristo!, del Hijo de Dios. El que vino a salvarnos, sí, al que crucificamos y que en su humanidad nos habló de amor, de conversión, de piedad. Acerquémonos al Reino de los Cielos cada día de nuestra vida al caminar cerca de Cristo, a imitar su ideología, a querer dar testimonio de su Palabra de vida eterna. Que no nos quedemos fuera de la tierra prometida porque dejamos de creer.
Vivamos con amor, en el servicio y el perdón para saber que vamos en la senda correcta hacia el Reino de Dios.
Propósito de hoy: Padre, dame tu gracia para crecer mi fe, para creer en ti, en tu Hijo, en tu Palabra de amor y sentir que nunca voy por el camino solo.