27 DE OCTUBRE: ESCUCHO TU VOZ CUANDO ME LLAMA.

Marcos 10, 46-52 “Ánimo, levántate, porque él te llama”.

¡Dios nos llama! Caminemos con alegría porque el Señor nos reconoce y quiere que estemos a su lado, sí, tú y yo también.

A veces nos sentimos desolados, pareciera que el mundo se nos viene encima y que no podemos ver más allá de nuestra nariz. Sentimos que viene una tormenta que va a destruir nuestro sentido común y va a causar estragos en nuestra manera de vivir y entonces, nos da miedo. Es que nos sabemos qué hacer, ni cómo cubrirnos del mal que se avecina, nos hemos olvidado del amor de Dios, de ese que salva y fortalece, del que tiene caridad y compasión. Sin embargo, Dios está a nuestro lado, pero no lo podemos ver, se nos cierran los ojos a la verdad que viene de él y que nos transmite paz.

Como el ciego del Evangelio de Marcos, debemos buscar a Jesús, para que nos salve, nos ayude a salir adelante, nos levante. Es por la voluntad de Dios que se mueven las hojas y las olas del mar y es también por su voluntad que somos capaces de levantarnos de ahí donde estamos. Su palabra de vida eterna nos mueve, nos motiva a caminar con la cabeza en alto, reconociendo que somos hijos de Dios.

Dios nos llama a seguirlo en la convivencia con los demás, en el trato digno, en la fidelidad, en la oración que nos acerca cada vez más a conocer su Palabra. Dios quiere que seamos sembradores de su palabra de amor, quiere que demos ejemplo con nuestra forma de tratar a los demás; quiere que llenemos el camino de semilla fecunda para levantarnos con el sol de cada día y recordar que todo nuevo día nos permite empezar de nuevo, levantarnos y seguir los pasos de Jesús, como cuando cayó al suelo cargando su cruz y alguien lo ayudó a levantarse.

Propósito de hoy: Gracias Padre por ser mi refugio en la obscuridad y mi luz en las tinieblas al ayudarme a levantarme para seguir tu camino cosechando frutos de tu amor.