21 DE OCTUBRE: MI RIQUEZA ESTÁ EN TI.

Lucas 12, 13-21 “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”.

Cuando alguien me pregunta qué tan rica soy, yo les contesto que soy inmensamente rica. Y tú ¿Qué contestarías ante esta pregunta?

La riqueza se puede medir de muchas maneras; riqueza espiritual, moral, económica, material y otras cuantas más. Pero la más importante de todas, para nosotros que somos los hijos de Dios, es la riqueza en las cosas de Dios. Es la riqueza espiritual, emocional, de servicio; nuestra riqueza en el perdón y la obediencia, en la honestidad y en las características que nos distinguen de los demás. Cuando Jesús nos dice que no seamos avariciosos, es no querer tener más de lo necesario solo por el hecho de tener con qué comprarlo; algo así como la gula, sí, que comemos de más hasta hartarnos solo porque hay comida en la mesa. Las riquezas del alma son las que cuentan al final del día y es que es por medio de ellas que podemos ser seres humanos de provecho, de bien; es entender que nos preocupamos por los demás, que queremos vivir en paz siendo portadores de paz.

El dinero no es malo, lo malo es el sentido que le damos al dinero en nuestra vida. Es tenerlo y despilfarrarlo en cosas materiales con la presunción de presumirlo ante los demás, y es que eso nos crea un corazón vacío, donde el ego se apodera de nuestra razón y es lo único que vemos. “La vida del hombre no depende de los bienes que posea”, no. Depende del uso que le damos a esos bienes materiales, de nuestra bondad y caridad ante los demás, depende de nuestro comportamiento ante una situación difícil y las formas en que podemos ayudar a resolverlas.

La riqueza comienza con nuestra humildad al pedir perdón.

La avaricia por tener siempre más, como por ejemplo, tener un carro mejor que el del vecino, solo por querer presumirle que el nuestro es mejor, es la manera más directa para alejarnos de Dios. Pero si tenemos el mejor auto y más grande porque en nuestra casa somos 8 o 9 personas y nos sirve como un medio de transporte como una necesidad de uso diario, no estamos siendo avariciosos, estamos siendo prácticos con las bendiciones que nos ha dado Dios por medio del esfuerzo de nuestro trabajo.

Entonces, ¿Cuál sería tu respuesta? La mía es que no importa cuantos bienes materiales tenga, lo que importa es de qué manera los utilizo al servicio de los demás. Mi riqueza se basa en el amor de Dios, en la manera en que vivo, con una familia amorosa, con amigos de muchos años, con la certidumbre de que el dinero no me identifica, no me engrandece, es solo un medio para vivir bajo un techo, es tener lo suficiente para llevar una vida donde lo más importante es mi fe, mi oración, mi comunión con Dios, el perdón y el respeto a los demás empezando por mí misma.

Propósito de hoy: Gracias Padre por ayudarme a discernir cuál es la mejor manera de dar fruto abundante con las cosas materiales que poseo y guíame para que la avaricia no se apodere de mi, para no alejarme de ti.