20 DE OCTUBRE: DEJO MI SOBERBIA PARA SERVIR A MIS HERMANOS.

Marcos 10, 35-45 “El que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.

Cuántas veces hemos escuchado estas palabras de Jesucristo: El que quiera ser servido que sirva primero y que sea el esclavo de todos. Y cuántas veces decimos que no.

Jesús nos dice que el Hijo del hombre, o sea, él mismo ha venido a servir y a dar su vida para el perdón de nuestros pecados. ¡Qué más muestra de servicio y de humildad podemos pedir!. Jesús, en la cruz, le pidió al Padre por la salvación de nuestra alma, por nuestro perdón y nosotros aún no lo logramos entender. Jesús en la cruz fue nuestro servidor, nuestro esclavo porque al dar su vida por ti y por mi, murió haciendo la voluntad del Padre, para que su obra cumpliendo su fin.

El servicio a los demás es visto como una obligación: -atiende a tus abuelos, ayuda a tu hermanito, recoge las cosas, guarda el mandado, limpia tu cuarto, haz de comer, ayuda a tus compañeros-. Todo como si fuera una orden y no nos enseñan cuando chicos, que es un servicio que debemos hacer con amor porque nos beneficia a todos. Y en realidad no es nada difícil como disponerte a morir en la cruz, a ser mártir por la vida, a permitir ser humillado, blasfemado, apedreado por alguien, como Jesús, por toda la humanidad, ¿Verdad? Entonces si que podemos decir que: ¡servir a los demás con amor es algo fácil de hacer!

El servicio primordial es el que damos en nuestro hogar. Si hubiera más cuidado en la educación de valores en los hogares, tal vez viviéramos sin tanto miedo, o no hubieran tantas guerras porque en algún lugar del camino no aprendimos a respetar, ni a escuchar opiniones que nos son iguales a las nuestras y nos imponemos ante el juicio y la iniciativa de los demás porque no las entendemos. No sabemos llegar a acuerdos que nos favorezcan a todos, siempre está el que quiere ganar a toda costa, sin importarle los demás. Y tú ¿Eres así? De igual manera está el servicio comunitario, ese que experimentas en la escuela o en el trabajo, o en el núcleo social, donde nos ponemos de acuerdo para ayudar en armonía, con alegría y siempre enfocados a salir adelante y mejorar juntos; sin querer ser la estrellita que merece todos los premios.

Nuestro mejor premio es sentarnos a la derecha del Padre, tal y como querían Santiago y Juan: “Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Y la respuesta solo la tiene Dios.

Vivamos siendo ejemplo de servicio, de ese que nos agrada, que hacemos con amor, que nos une como hermanos y como verdaderos hijos de Dios, para ser los elegidos para sentarnos a su lado.

Propósito de hoy: Jesús ayúdame a entender que en la cruz me amaste tanto que sacrificaste tu vida por la mía y a que yo quiera retribuirte con el servicio que puedo ofrecer a todo aquel que comparte su vida a mi lado.