15 DE OCTUBRE: NO QUIERO SER UN FARISEO.

Lucas 11, 37-41 “Ustedes, los fariseos, limpian el exterior del vaso y del plato; en cambio, el interior de ustedes está lleno de robos y maldad”.

¡Qué palabras tan fuertes las de Jesús al estar en la casa de un fariseo! Sin embargo, Jesús sabía lo que éste pensaba de él y quiso demostrarle que no le temía. Al contrario, le dice: “¿Acaso el que hizo lo exterior no hizo también lo interior?”

Esa es una pregunta muy interesantes que podemos hacernos nosotros, y responder con toda la sinceridad del mundo. Sabemos que Dios lo ha creado todo, y sabemos también que nuestro exterior debe ser como un templo, lo debemos cuidar, nutrir, arreglar y mantener activo para no enfermarnos; pero es nuestro interior es el templo mayor, porque en él vive el Espíritu Santo.

¿Eres como este fariseo?

Un corazón que ama, no puede estar lleno de maldad y si tu corazón está triste, o decepcionado, o guardando rencor por algo que te hirieron, vamos poniéndonos en oración para sanar juntos. Todos tenemos la capacidad de sanar por medio de Dios, pero no todos tenemos la fortaleza para sanar y es ahí donde nuestra fe toma mayor presencia en nuestra vida. Es de la mano de Dios, que sentiremos esa voluntad para querer estar sanos, para querer perdonar y dejar ir todo aquello que nos lastima; es con Cristo Jesús en la cruz, que se identifica con nosotros en el dolor y si él pudo vencer a la muerte, nosotros podemos vencer al dolor. Abramos la mente ante la presencia consciente de Dios en nuestra vida, y abramos el corazón para poder recibir las bendiciones y gracias que nos hace falta para que nuestro interior quede sano, limpio, humilde y podamos entonces imitar a Cristo en el amor, en el perdón , en la compasión.

No seamos como los fariseos; no, seamos como Jesús y encontrar en él, esa palabra de aliento que nos hace conmover el corazón para vivir en armonía todos juntos, dejando las emociones que nos asustan y nos lastiman fuera del camino. Seamos valerosos en nuestro andar, libres de reproches, llenos de bondad y misericordia para que seamos seres humanos completos. Lo más necesario para limpiar nuestro interior es y será siempre el perdón.

Propósito de hoy: Padre, ayúdame a no querer ser más importante por lo que tengo, que por lo que soy.