11 DE OCTUBRE: TU AMOR FORTALECE MI ORACIÓN.

Lucas 11, 15-16 “Pero si yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios”.

Que maravilla saber que cuando Dios nos perdona a través del Sacramento de la Reconciliación, llegamos al cielo. Nos hace partícipes de su Reino para que nosotros queramos siempre regresar a él.

Sin darnos cuenta el demonio se apodera de nuestras acciones, dice el papa Francisco, que a veces lo hace con violencia y otras con amabilidad: “El diablo o destruye directamente con vicios, con guerras, con injusticias directamente o destruye educadamente, diplomáticamente”, y muchas veces no logramos entender la manera en que nos afecta su presencia en nuestra vida. Teniendo esto en cuenta la mejor arma que tenemos se llama: JESÚS.

Y cada vez que acudimos a él, nos abraza y nos perdona, nos salva y quita nuestro dolor. Jesús camina con nosotros, nos da la mano y a nosotros solo nos corresponde creer en él. Tener fe, confiar, saber que no importa lo que nos digan los demás, los que quieren que nos alejemos de Dios, debemos saber que nuestros principios morales y el amor que sentimos hacia Dios, no es negociable. Nadie tiene ese poder si nos enfocamos a aprender a amar a Jesús, si le pedimos al Padre que aumente nuestra fe, que nos de su gracia para ser sensibles ante la naturaleza de su Hijo Jesucristo. Recordemos que si alguien no está contra Dios, está con él y esa verdad debemos fortalecerla con nuestro ejemplo de virtud y nuestro testimonio de que somos hijos de Dios, que vivimos con la humildad de corazón de Jesús, que nos gusta servir con amor a los que tienen necesidades diferentes a las nuestras, que sabemos perdonar y nos acercamos al otro, al que ofendimos, a pedirle que nos perdone para restablecer los lazos de amor que nos unen, gracias a Dios.

Demos muestras de generosidad y agradecimiento continuamente, no olvidemos decir te quiero y ese fuerte abrazo consolador que nos anima el alma, nunca dejemos de creer. Dejemos que Jesús arroje esos demonios que nos vienen persiguiendo, abramos la puerta del corazón para que en la oración se hagan milagros en nosotros, que Jesús actúe con ese amor que siente por ti y por mí. No seamos egoístas, aprendamos a rezar y a compartir con los demás el Reino de Dios, dando testimonio de su presencia en nuestra vida.

Propósito de hoy: Padre, dame tu gracia para aprender a orar y para compartirte con aquellos a quien amo, tu palabra de vida eterna.