4 DE OCTUBRE: CON MIS ACCIONES DE AMOR, SOY TESTIMONIO DE TU AMOR.

Lucas 10, 13-16 “El que los escucha a ustedes, a mi me escucha”.

El Evangelio de Lucas nos confirma la confianza que Jesucristo tiene en todos nosotros, al decirnos estas palabras. Entonces nos convertimos en embajadores de Jesús, de su Palabra de vida eterna y de su misericordia.

¿Lo habías pensado?

Cuando empieza nuestro día, le decía a mis alumnos del catecismo, tenemos que decirle a Dios: “Señor, ¿Qué quieres que haga?”. Porque es una manera de decirle, como dijo nuestra Madre Santísima: “Haz en mí según tu Palabra”. Estamos poniéndonos a disposición de la voluntad de Dios para que nuestro día sea el mejor posible, entendiendo que es él, quién nos guía y nos fortalece con su amor.

El que nos escucha hablar de Jesús, lo está escuchando hablar a él y es importante que lo tengamos presente, ya que somos testimonio de Dios cuando nos llamamos cristianos. La gente está al pendiente para juzgar nuestras acciones y si fallamos poder decir: “Mira, y dice que es cristiano”. Pero si somos coherentes con nuestra palabra y nuestra acción podemos bien representar a Jesús.

Y esto conlleva, que hagamos las cosas para beneficio de todos, no solo el nuestro; que podamos poner primero al que más necesita y al que más sufre. Sabiendo ser compasivos, extendiendo una mano para ayudar, una sonrisa para alegrar, una palabra para animar a quien viene caminando a nuestro lado en la vida que tenemos.

Y también dice Jesús: “El que los rechaza a ustedes, a mí me rechaza y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado”. Pero, hay que considerar que si nos rechazan por contradecirnos a nosotros mismos y por traicionar nuestros valores morales, entonces no es que rechacen a Jesús, no; sino que nos rechazan a nosotros por no dar un buen testimonio del amor de Dios. Pero, si tratamos de ver las cosas con los ojos de Jesús, ver el sufrimiento e interpretar el perdón como lo hace él, y así nos rechazan…entonces sí, van a rechazar a Dios mismo.

Procuremos ofrecer nuestra sensibilidad al perdón, que nuestro corazón pueda perdonar con verdad, sin guardar rencor, sin resentimiento. Hacer las cosas con buena voluntad y alegrar los corazones y pedir perdón. Reconocer que tal vez fuimos muy injustos y necesitamos la humildad de Jesús para pedirle perdón a nuestro hermano, a quién lastimamos.

Propósito de hoy: Procuremos dar testimonio de Jesús por medio de nuestras acciones de amor.