20 DE SEPTIEMBRE: VEO CON EL AMOR QUE HAY EN MI CORAZÓN.

Lucas 8, 1-3 “Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres”.

¡Proclamar la buena nueva del Reino de Dios! Es lo que nos corresponde como Católicos. ¡Sí! Con nuestras acciones damos testimonio de haber recibido a Jesús en nuestro corazón, y es que Jesús es la Buena Nueva del Reino de Dios, es el Mesías enviado y a quién todos esperaban. Él habló de sí mismo, el Hijo del hombre, del Reino de Dios, de la mano de sus apóstoles y de algunas mujeres como La Magdalena, Juana y Susana, quienes también daban fe de Cristo Jesús.

Muy innovador era que Jesus llevara consigo a las mujeres, siendo él quién les dió un lugar en la sociedad, al darles su dignidad como hijas de Dios ante el mundo entero, no porque no la tuvieran sino porque el mundo las hacia menos. Es a ellas, a quienes muchas veces ha puesto como ejemplo de virtud y de bondad; como a la Samaritana, o a las novias que velaban la llegada de los hombres, o a Magdalena a quién eligió para ser la primera persona en verlo al resucitar y por supuesto, a María su Santísima Madre y madre nuestra, a quién le rindió obediencia en las bodas de Canná. Para él la mujer era y sigue siendo de gran valor y quiso cuidarlas y protegerlas; muchas veces sin éxito, como sucede hoy día donde aún la mujer sigue sufriendo abusos y sigue estando en un segundo plano en la sociedad.

Sin embargo, seguir a Jesús implica que todos queremos ser como él, imitarlo, seguir sus pasos, entender sus enseñanzas, hacer las cosas por amor. Que nos distingan a hombres y mujeres por nuestra compasión, por la manera en que respetamos a otros, por cómo deseamos que la verdad haga justicia, que seamos personas de bien, con la sabiduría de Dios, sin importar nuestro sexo, sino lo que tenemos en el corazón.

Llevemos la Palabra de Dios a todos los que caminan a nuestro lado, porque poco a poco podemos dejar una impresión positiva de Jesucristo al ser honestos y al no cultivar emociones negativas como el odio y el rencor, o la venganza. Demos testimonio de amor, hagamos todo con bondad, en armonía y con la certeza de que, es en Cristo Jesús que alcanzaremos la felicidad.

Propósito de hoy: Quiero que mis ojos reconozcan el valor de los demás, sin importar si es hombre o mujer, o joven o adulto; que mis ojos puedan ver con el amor con que Jesús me ve a mi.