17 DE SEPTIEMBRE: DE TU MANO ME LEVANTO CADA VEZ.

Lucas 7, 11-17 “Yo te lo mando: Levántate”.

La escena de la mujer viuda que lleva a enterrar a su único hijo es conmovedora. Jesús se identifica por su misericordia al no querer que ésta mujer se quede sola, sin un motivo para vivir. Ante la sorpresa de todos, al ver que el joven se levanta de su lecho de muerte, tras escuchar las palabras de Jesús: “Joven, yo te mando: levántate”, entre temor y asombro se les escucha decir: “Dios ha visitado a su pueblo”.

“Un profeta ha surgido entre nosotros” dicen también y glorifican a Dios como testimonio de una gran fe y unque vieron y creyeron, para Dios, quiero imaginar que, lo que cuenta es que lo supieron reconocer y dieron gracias por le milagro que estaban presenciando.

Nosotros somos como ese pueblo de Naím, que vemos las acciones de amor que nos da Jesús cada día. ¿No es así?. Y también somos ese joven resucitado, cada vez que nos sentimos derrotados, sin deseos de salir adelante, en tinieblas; llega Jesús y con una palabra de amor nos ayuda a resurgir y a tendernos su mano para salir de cualquier tempestad. Jesús está presente y lo podemos alcanzar cuando hacemos oración, o cuando ponemos en práctica su Palabra. Jesús, es nuestra fortaleza en la fe, es por su gracias que nos elige para crecer nuestra fe, para que aprendamos cada vez más a orar y a arrepentirnos de nuestras fallas. Él está aquí, cerca de nuestro corazón.

Levantarnos después de una desolación, de un fracaso, de un abismo es menos difícil cuando sabemos que está Dios con nosotros y cuando estamos dispuestos a vivir por sus mandamientos, a realizar obras de misericordia, y a darle sentido a nuestra vida en el servicio digno a los que comparten el camino a nuestro lado.

Propósito de hoy: Aumenta mi fe con la oración, y permíteme que vea todos los días los milagros que haces en mi vida. Amén.