16 DE SEPTIEMBRE: TIENES PALABRA DE VIDA.

Lucas 7, 1-10 “Señor, yo no soy digno de que tu entres en mi casa”.

¡Que gran muestra de fe!

El oficial romano, fue un gran testigo de fe en Jesucristo, cuando recitó éstas palabras, “Yo no soy digno de que entres en mi casa”, al pedirle a Jesús que sanara a su criado, reconociendo su autoriadad.  Él confió.

Jesús santificador, está siempre al pendiente de nuestras peticiones. El centurión de esta historia, se humilla ante Jesús al decirle que entiende bien su divinidad: “Basta con que digas una sola palabra”.

Cuando vamos a pedirle algo a Dios, debemos darnos cuenta si estamos actuando con sinceridad y con claridad. Solo así podremos saber en realidad qué es eso que debemos pedir, con toda la confianza y la esperanza de que él nos puede ayudar.

Jesús nos expresa que nunca había hallado una fe tan grande en Israel como la de ese soldado; él permitió que Dios entrara en su hogar, en su lugar seguro por medio de su palabra y el criado quedó perfectamente sano. Y nuestra fe: ¿Es similar a la de éste soldado romano? ¿Podemos decirle a Jesús que con tan solo su Palabra salvífica vamos a ser curados de nuestras penas, o de nuestras angustias y de nuestro dolor? ¿Somos testimonio de fe?

Que nuestro encuentro con Jesús nos transforme, que no permita la oración aumentar nuestra fe para que podamos decir, con los ojos cerrados, que creemos en Cristo, que es el salvador. Muchas veces no logramos entender los misterios de Dios, por qué nos sucede una cosa u otra, y lo que él nos trae es un consuelo profundo que nos llena de paz, aún si no tenemos respuestas. Y es ahí cuando recibimos el amor de Cristo, cuando nos damos cuenta que no estamos solos, que él viene también para darnos el consuelo que el alma necesita. Jesús nos bendice a cada instante, nos sana aún sin darnos cuenta y nos permite encontrar en él, la gracia del perdón y de misericordia; debemos recordar que en el camino de nuestra vida, jamás estamos solos.

Propósito de hoy: Que mi fe sea tan bendecida que siempre confíe en el poder de tu Palabra de vida eterna.