3 DE SEPTIEMBRE: TÚ TIENES PALABRA DE VIDA ETERNA.

Lucas 4, 31-37 “Sé que tú eres el Santo de Dios”.

Que palabras tan ciertas le dijo el demonio a Jesucristo, cuando poseía el cuerpo de un hombre a quién Jesús liberó, en Cafarnaún.

¡Hasta los demonios lo reconocían!

Jesús conquista los corazones con sus palabras de amor, con su bondad, siempre pensando en ayudar a otros, en liberar demonios, en darle el lugar que merece a la mujer, en escucharnos a todos y en sembrar verdad entre los hombres. Es por esto y por más, que tenía muchos seguidores y muchos enemigos.

“¿Qué tendrá su palabra?”. ¡Tiene vida eterna! Su palabra es la voz en el desierto, es la calma en la tempestad, es la compañía en la soledad. Jesús está lleno del Espíritu de Dios y ha venido a llenarnos del amor del Padre, quiere que lo reconozcamos y que creamos en él para ayudarnos a dejar nuestros demonios, a rescatarnos del sentimiento de culpa, a sembrar en nuestro corazón su Palabra de vida eterna, de luz, de esperanza, de compasión y de perdón.

A Jesús lo reconocemos todos y le tenemos miedo, porque vivimos en un mundo tan conflictivo, con tantas ideologías y deseo de poder, que cuando oímos a alguien hablar de amor, de humanidad, de comprensión y de bondad no logramos entender por qué habla asi. Y a quienes seguimos a Jesús, nos pasa algo similar. ¿Por qué eres tan ingenuo?, ¿Por qué confías?, ¿Por qué crees que los demás van a cumplir su palabra?. Tal vez, porque somos la esperanza de que el amor de Dios nos salva, no acompaña, nos ampara y tenemos la voluntad de Jesucristo en soñar con una humanidad que pueda coexistir junta, sin importar que nuestro pensamiento no sea el mismo.

Jesús es el Santo de Dios, es el camino, la verdad y la vida.

Propósito de hoy: Padre, cuídame, para que las tentaciones no se apoderen de mí y poder dar testimonio de que creo en tu Palabra de amor.