17 DE AGOSTO: QUE MI SOBERBIA NO ME ALEJE DE TI.

Mateo 19, 13-15 “Dejen a los niños y no les impidan que se acerquen a mí”.

A Jesús le gusta que los niños se acerquen a él, porque son la muestra de autenticidad en el amor. Un niño dice lo que piensa con sinceridad, porque aún o conoce la maldad y no tiene manera de discernir si está actuando en contra de otra persona. Es que los niños tienen buena fe, como decimos, y no cabe pensar que alguien se le va a acercar para lastimarlo, porque él tampoco piensa mal de los demás.

En tiempos de Jesús, él le daba importancia a los niños y a las mujeres por que eran los más vulnerables, en realidad lo siguen siendo, pero nos hacen falta más Jesucristos para darnos cuenta del maltrato que muchos reciben y ser como él, protectores del más débil. Hay que vivir con un corazón preparado para ayudar a los demás, tener compasión, misericordia y la disponibilidad de ser humildes para servir con alegría a quién necesita un hombro para recargarse, o una mano para sostenerse.

Jesús ha venido a enseñarnos que el amor es lo que nos salva; que la caridad alimenta nuestra fe, que es en el servicio que nos encontramos a nosotros mismos y que siempre debemos darle su lugar a la inocencia de un niño y a la sabiduría de un adulto. Es por medio de ellos que aprendemos que lo importante son los valores que nos llevan al encuentro con Jesús en la cruz.

Es el sencillo de corazón quién entrará en el Reino de los Cielos, es el que actúa con bondad y el que no utiliza a otros para su conveniencia. Aquellos que creen que su riqueza y su soberbia los lleva hasta Dios, están equivocados, al contrario, se van alejando poco a poco con su orgullo que los controla y no los deja pensar que en el perdón es donde da muestras de que entiende el mensaje de Jesucristo.

Seamos como un niño en el amor para alcanzar a Jesús en la casa del Padre.

Propósito de hoy: Que mi orgullo no me aleje de ti ni de las personas que me aman, ayúdame a ser humilde para repetir tus obras y fortalecer mi fe en la oracion.