6 DE AGOSTO: TU ERES LA VOZ QUE GUÍA MI CAMINO.

Marcos 9, 2-10 “Éste es mi Hijo amado, escúchenlo”.

Se escucha una voz en el cielo diciendo: “Éste es mi Hijo amado” y es la voz de Dios. Los discípulos de Jesucristo están presenciando una escena que nos dejaría a todos asombrados. Suben al Monte Tabor en Tierra Santa y ven una imagen a la que llamamos “La Transfiguración”, donde Jesús se encuentra con los profetas Elías y Moisés. Al mismo tiempo que una nube los cubre con su sombra y oyen a Dios mismo que les pide que escuchen a su Hijo amado.

Y es la misma voz que nosotros tal vez, escuchamos hoy día, la voz de Dios en nuestro corazón, que nos sigue pidiendo que veamos a su Hijo Jesús, que caminemos con él, que lo sigamos en la misericordia y el perdón, que escuchemos el mensaje que nos ha enviado con su Hijo. Todo lo que Jesús nos habla, es Palabra de Dios, es lo que él quiere que usemos como guía práctica de vida. Que aprendamos a orar, que pidamos su gracia para crecer en nuestra fe, para poder ser dignos de su amor y poder perdonar al que nos hace daño y si, también cuando nosotros nos acercamos con nuestro hermano, o nuestros padre, o ese amigo que algún día lastimamos y con la humildad del cuál somos capaces, pedirle perdón.

Dios se hace presente cada día en nuestra vida, y podemos ver a Jesucristo en nuestro hermano y darnos cuenta que nosotros somos un reflejo de su amor, cuando estamos cerca de él, cuando podemos sentirnos identificados por su amor y es ahí donde podemos alcanzar la gracia de sabernos hijos de Dios.

Jesús es la muestra principal de santidad, de hermandad, de servicio y buena voluntad. Por ello es que, cuando Dios nos habla de su Hijo, quiere que sepamos recibirlo en nuestro corazón para dar testimonio de que ahí guardamos el tesoro de su amor.

Propósito de hoy: Padre quiero escuchar siempre la voz de tu Hijo Jesús, cura mi alma y mi cuerpo para poder verlo y que su presencia sea un ejemplo de la persona que quiero ser, para los demás.