17 DE JULIO: GRACIAS POR TUS ENSEÑANZAS.

Mateo11, 25-27 ”Yo te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra”.

Jesucristo nos deja ver que, su relación con el Padre es total y es que así podemos darnos cuenta que le habla como un hijo a su padre, como tal vez nosotros con nuestro padre. También nos dice: “Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo”; tal como el Padre nos conoce a nosotros, como a sus hijos, como a Jesús quién nos presenta al Padre de amor que es Dios.

Jesús alaba a Dios, que es el Señor del cielo y de la tierra, que se nos revela a nosotros, los sencillos de corazón, en nuestra vida diaria. Podría ser que la gente sencilla, sabe apreciar sus dones y ponerlos en práctica sin alguna presunción, para el servicio de los demás. Que hayamos aprendido que en la práctica de nuestra fe, entra la compasión y la caridad y que en la humildad del corazón podemos visualizar el camino hacia el amor de Dios en nuestras acciones.

Alabar a Dios es saber que somos sus hijos, es reconocernos amados por Él, es querer darle gracias por su misericordia y por aliviarnos del dolor que nos acongoja y nos impide servir a los demás. En la vida, mientras más pensamos en nosotros mismos, más nos orillamos a sentir pena, a creer que no somos capaces, que nuestra confianza en que todo vaya bien solo depende de nosotros y es ahí, donde debemos aprender a reconocer que es por medio del Padre que nosotros somos capaces de salir adelante. Porque es su amor el que nos fortalece, el que nos lleva a tolerar el sufrimiento, el que nos saca de las tormentas y nos da la esperanza de una vida tranquila al aceptarlo como parte primordial en nuestra vida.

Es de la mano de Dios que aprendemos a sembrar, a resistir, a ser justos y vivir en la verdad; Él nos invita a vivir una vida de virtud, de santidad, de perdón. Al enviarnos a su Hijo Jesús nos dio la oportunidad de conocerlo mejor, de saber que nos entiende en el dolor, que nos acompaña cuando estamos pasando un mal día, que en la oración tenemos continua cercanía con su corazón; que nos diéramos cuenta que al perdonarnos unos a otros, estamos siguiendo los pasos que nos van a llevar a una cosecha fecunda, que dará frutos en abundancia imitando los pasos de su Hijo amado.

Propósito de hoy: Gracias Jesús mío, porque tu presencia en mi vida, me acerca a ti en la oración que aumenta mi fe y al revelarme al padre me permites conocerlo y amarlo más.