16 DE JULIO: QUIERO ESTAR PREPARADO.

Mateo 11, 20-24: “¡Ay de ti!”

¡Qué palabras tan fuertes las de Jesús!. Es una advertencia que no nos da consuelo, al contrario, que nos dice que de haber tenido más fe que otros, nuestro destino en el juicio del último día sería menos riguroso, menos profundo. Entonces hay que detenernos a ver cómo va nuestra fe; en que consiste nuestra fe, de qué manera sentimos la fe en Cristo Jesús.

Creer en Jesús es confiar en Dios, es saber que es el Hijo de Dios, es dar testimonio de que está vivo en nuestro corazón. Muchas personas no creen en la justicia Divina y se detienen a hacer comparaciones entre lo que es conveniente para su vida y lo que deben dejar atrás para construir la vida de amor, de verdad y de paz que nos brinda Jesús.

¡Ay de ti!, que vas por el mundo buscando el reconocimiento sin humildad, que crees que tu poder te da la libertad de maltratar a otros solo porque puedes, que piensas que únicamente te necesitas a ti mismo para cosechar frutos sin haber sembrado. ¡Ay de ti! Cuando blasfemas el nombre del Señor, cuando careces de misericordia y de bondad, cuando tu propósito en la vida es ganar a toda costa y olvidas los cimientos que obtienes por la fe, al amar a Dios antes que a nadie más, como decía la lectura de ayer.

Que nuestra fe nos lleve a seguir el Evangelio, a participar en la Eucaristía, a compartir la Palabra de Dios con aquellos que no conocen a Jesús. Que podamos dar testimonio de amor con nuestras acciones, al vestir al desnudo y alimentar al hambriento y que seamos testigos activos del amor que recibimos cada día, en cada milagro y en cada ocasión que tenemos de hacer el bien a los demás.

Propósito de hoy: Permíteme preparar mi alma para llegar hasta tus brazos, con la certeza de que escuché tu Palabra y prediqué como tu discípulo amado la Buena Nueva de Dios.