1 DE JULIO. REFLEXIÓN DEL DÍA: DEJO LO QUE ME HACE DAÑO Y SIGO TUS PASOS.

Mateo 8, 18-22 “Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas”.

Seguir a Jesús es una tarea preciosa, porque nos hace sentir que nunca estamos solos, sabemos que seguirlo es caminar con la verdad y vivir en comunión con los mandamientos de la ley de Dios, seguir a Jesús es imitar sus obras de misericordia y amar por sobre todas las cosas al Padre. Tal vez pensamos que solo los religiosos asumen el compromiso de seguirlo, sin embargo, todos tenemos esa capacidad, podemos dejarnos llevar por el consuelo que encontramos en Él, para fortalecernos en la fe, en la caridad, en el amor. Seguir a Jesús es imitarlo.

El Hijo de Dios se entregó a la voluntad de Su Padre, obedeció, hizo sacrificios, renunció a sí mismo para que nosotros tuviéramos la oportunidad de la salvación. Sí, Jesús oró a Su padre en silencio, y en el dolor, le preguntó: “¿Por qué me has abandonado?”, sin embargo, no pensaba en sí mismo, pensaba en nosotros, en cómo recuperar nuestra alma, en cómo enseñarnos a perdonar, en cómo nos vamos a presentar ante el Padre, en nuestras obras, en nuestro servicio y en el amor que compartimos con los demás. Jesús, en la cruz pidió por ti y por mi y le rezó a Su Padre, diciéndole: “Perdónalos que no saben lo que hacen”.

Y es entonces, que cuando decimos “Te seguiré a donde quiera que vayas”, debemos pensar lo que vamos a dejar de lado. ¿Pondré en el pasado el odio, el rencor?, ¿Dejaré mi vida llena de vicios, del deseo de poder, de la violencia?, ¿Estoy dispuesto a desarrollar mis dones y virtudes para servir a los demás, así como Jesús ha hecho por mi?, ¿Aprenderé a perdonar?, ¿Voy a perdonar al que me ha lastimado y le daré un abrazo para brindarle también consuelo a su corazón? Es importante definir qué estamos dispuestos ha hacer diferente para entregar nuestra vida al amor de Dios y para seguir a nuestro Maestro a dondequiera que vaya.

Propósito de hoy: Aprendo con amor lo que significa abandonarme a ti, Jesús, para labrar un camino lleno de frutos, que me lleve hasta el Padre.