19 DE ABRIL: EN LA EUCARISTÍA PERMANEZCO EN TI.

Juan 6, 52-59 “Yo lo resucitaré el último día”.

Todos aquellos que comemos el cuerpo de Cristo y bebemos su sangre tendremos vida eterna y Jesús nos resucitará el último día para cumplir las promesas de salvación que nos ha hecho, junto con su Padre. 

Tenemos dos cosas importantes este día; el saber que por medio de nuestra fe vamos a vivir eternamente, no vamos a morir más que de nuestras faltas, porque, al dejar este cuerpo renaceremos a una vida de amor junto al Padre. Y la otra es la Eucaristía. Hay dos promesas, la vida eterna y la comunión, porque la vida eterna nos viene al comulgar, al comer el cuerpo de Cristo y beber su sangre, y es que una es consecuencia de la otra. Aceptamos a Cristo Eucaristía y aceptamos a Dios padre como nuestro creador que envió a su Hijo a darnos la salvación, tras el sacrificio y dolor que vivió en la cruz.

Todo tiene un proceso para nosotros los que creemos en Dios. Empezamos por hacer oración pidiéndole al padre que nos bendiga con la gracia de la fe. La fe por sí sola, no aparece mágicamente, no; es algo que debemos desear tener y al rezar pedimos por ella. Una vez que vamos creciendo en la fe, nos acercamos un poco más a Dios y logramos entender su presencia en la figura del Hijo. Jesús, Hijo único de Dios que vino a ser como nosotros, de carne y hueso para que comprendiéramos mejor el mensaje del Padre y para que entendiéramos que sintió igual que sentimos nosotros, que le dolieron las traiciones y que lloró ante la muerte de un amigo; Jesús vino a traernos el amor de Dios para que aprendiéramos a perdonarnos unos a otros y nos lo demostró en la cruz, cuando después de haber sido enviado a muerte de una manera tan cruel e injusta, oró a su Padre y le pidió que nos perdonara, porque no sabíamos lo que hacíamos.

Me pregunto si seguimos igual que entonces y si nuestras maneras de actuar han cambiado aunque sea un poco para el beneficio de todos. A veces, con las guerras y el odio y los secuestros, parece que no hemos cambiado mucho; que seguimos enviando a personas inocentes a la muerte, como si no supiéramos respetar el derecho a la vida.

Jesús se hizo Hombre para salvarnos del mal.

Con amor, vamos a acercarnos más a Dios. Vamos pidiéndole que nos ayude a ser mejores personas y a poder solucionar nuestras diferencias con amor y que sea el amor, el motivo principal que nos permita cambiar para bien y modificar nuestra manera de actuar con los demás, sin juzgar ni querer castigar, porque no tenemos ese derecho.

Que nuestro camino vaya enfocado a las obras de caridad que nos vienen con la fe, para que así podamos comer el cuerpo y beber la sangre de Cristo y estar en gracia para poder permanecer en Jesús eternamente.

Propósito de hoy: Padre, permíteme vivir por ti, para siempre, al comer tu cuerpo y beber tu sangre, en la Eucaristía.