16 DE ABRIL: TENGO HAMBRE DE TÍ, JESÚS.

Juan 6, 30-35 “Yo soy el pan de vida”.

De los Evangelios, éste es de mis favoritos. “Yo soy el pan de vida”. 

Jesús es nuestro alimento, nuestra salvación, nuestra esperanza; todo está en la vida, en la muerte y en la resurrección de Jesucristo, porque es él, “El pan de vida”. Y es en Jesús, que jamás vamos a estar solos, porque nos dice según el Evangelio de Juan: “El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí, nunca tendrá sed”. ¿Te imaginas una vida donde no tengamos hambre ni tengamos sed? Pues es la vida que tenemos al seguir a Jesús. No tenemos hambre de odiar o de repudiar a otros, ni de venganza ni maldad ni tendremos sed de lastimar, ni de envidiar. No; es que en Jesús vamos a aprender a vivir en paz con nosotros mismos y después con aquellos con quienes compartimos nuestra vida. Jesús Eucaristía nos llena de esperanza, nos ilumina el camino, nos permite entrar a la dimension bendita del amor leal, del amor sincero, de ese que también sufre pero que es amor al final.

El que cree en Jesús, da testimonio de Dios Padre. Nos unimos a una entrega total, donde le dejamos a él nuestra carga, lo dejamos a él llevar esa cruz de nuestro dolor y nuestro sufrimiento para que se encargue de quitarnos el peso de caminar atados. El que va a Jesús, va hacia la misericordia de Dios, camina rumbo a la salvación de su alma, ir hacia donde está Jesús es confiar…es querer tener la gracia de la fe para cerrar los ojos y dejar que el amor de Dios sea quien dirija nuestro camino y nos lleve hacia la verdad. 

“Yo soy el pan de vida”.

Jesús nos acompaña a vivir un encuentro con él, y en ese encuentro podamos entender el significado de nuestra vida, ¿Qué hago aquí?, ¿Cuál es mi propósito?, ¿Qué debo hacer de mi vida? Y mucho se refiere a la manera en que entendemos porqué el Hijo de Dios, se hizo hombre.

Jesús, el Resucitado vino a traernos la paz, para comprendernos mejor, para saber aceptarnos y perdonar nuestras ofensas, para que nuestro dolor fuera menos difícil y para que en nuestro vivir diéramos fe de que somos hijos de Dios, de que encontramos fortaleza en su amor y podemos seguir adelante y vencer cualquier tentación que nos pueda llevar a alejarnos de él. Con Jesús comprendemos la alegría de vivir con la paz de reconocerlo como el “Pan de vida”.

Propósito de hoy: Señor Jesús, permite que pueda saciar mi sed y calmar mi dolor, para nunca tener hambre más que de recibirte en mi corazón.