24 DE MARZO: ME ABANDONO A TUS PIES.

Marcos 14, 1-15, 47 “Eloí, Eloí, ¿lemá sabactaní?”

Las palabras de Jesús que nos conmueven hasta la médula, como acostumbramos decir, son éstas que dijo en la cruz; ahí junto a criminales siendo crucificado por nuestros pecados y que hasta el día de hoy resuenan no solo en la mente, sino también en el corazón: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?”

Y con mucho dolor solemos preguntarnos porqué Dios no bajó y lo liberó, porque dejó que su Hijo muriera de esta manera y nos llenamos la mente con respuestas que solo nos afligen más, sin darnos cuenta que la respuesta somos nosotros. El plan de Dios desde el principio fue enviarnos a su Hijo para que nosotros pudiéramos identificarnos con Él, de carne y hueso, que sintiera alegrías y dolor, tal y como hacemos nosotros y que en nuestra mente nos pudiéramos relacionar con Él, como un ser humano que sufre y que sangra, y que podemos ver, y así pudiéramos entenderlo de otra manera, que cuando lo vemos como una Divinidad.

Y es una muestra que nos da Jesús, cuando le dice a Su Padre “Perdónalos que no saben lo que hacen”. Una vez más nos asevera que es por nosotros que Él tiene esta muerte de cruz, para salvarnos de nuestros pecados. Y entonces, tenemos que darnos cuenta y revivir que, el que se abandona totalmente ante Dios, es Jesús; Dios jamás lo abandonó. ¡No! Jesús se abandona por ti y por mí, por nuestros pecados, para que podamos darle un cambio a nuestra vida y podamos arrepentirnos del mal que cometemos cada día y que entonces el abandono venga de nuestra parte. Un abandono ante la Palabra de Vida Eterna que es Dios, un abandono ante los brazos amorosos de Jesús quién nos levanta cuando las dificultades se hacen muy pesadas; un abandono de nuestros resentimientos y odios, para ser fuertes en la oración y vencer las tentaciones que nos alejan de Él para aprender a perdonar.

Jesús en la cruz nos grita que nos ama.

Hoy, que empieza la Semana Santa con la llegada de Jesús a su destino final éste Domingo de Ramos, vivamos una semana de preparación espiritual, de gozo por que aunque parezca el final de la vida de Jesús, es solo el comienzo a la vida eterna en la que tenemos puesta nuestra esperanza. Que nuestra Cuaresma personal sea un encuentro íntimo con Dios y podamos abrazar a Jesús que se abandona al Padre para que vivamos ese encuentro de amor que tanto necesitamos.

Propósito de hoy: Padre, ayúdame a prepararme para entender tu dolor ante la cruz y abandonarme a tus pies con mis pecados para que me ayudes a cargarlos y poder entregarme a ti con un corazón nuevo.