16 DE MARZO: ME GUÍO POR TU PALABRA.

Juan 7, 40-53 “Nadie ha hablado nunca como ese hombre”.

Jesús, el de la palabra amiga, el hermano, el justo; Jesús al que muchos temen por no entender su palabra de vida eterna, no cabe pensar que la misericordia de Dios se dimensiona de tal manera en la figura de Jesucristo.

Qué tan importante es lo que decimos a los demás, porque es en lo que compartimos con otros como vamos a ser recordados. Si hablamos y actuamos diferente o si prometimos y no cumplimos, o si fuimos coherentes con nuestras palabras y nuestras obras. Así es Jesús, Él es coherente con lo que nos enseña pero somos nosotros que interpretamos su palabra según nuestra conveniencia. Él nos muestra la fidelidad a Dios Padre, es símbolo de obediencia absoluta, y está lleno de amor, y ese amor es lo que más le importa que nosotros recibamos de Él. Solo que muchas veces nos distraemos y somos nosotros quienes no aceptamos sentir ese gran amor.

La vida nos lleva a todos por caminos diversos, y hay que entender que por el amor de Jesús cada uno sigue el camino que nos va a hacer crecer, que es mejor para nosotros. Pero es un camino difícil, es de obediencia, es de honestidad con nuestros pensamientos, es el camino donde germina la semilla más cuidada, la que se regó constantemente, la que se amó y pudo dar frutos. Nosotros somos la semilla y si la descuidamos, la tormenta la mata. Debemos fortalecerla todos los días con la verdad, con el deseo de hacer el bien y servir donde somos necesarios. Jesús vino a sembrar en nosotros el amor y a nosotros nos corresponde cuidarlo, sí, cuidar nuestras emociones y sentimientos y proteger al corazón de tentaciones que nos llevan a alejarnos de Dios; acciones nos separan de la verdad, que nos impiden crecer como resultado del amor.

Cuidar nuestro corazón es seguir una vida moral, es dejar de lado el odio y la venganza, es querer abrazar la humildad y ser compasivos, es cuidar nuestro temperamento y la manera en que decimos las cosas para ser recordados por lo bueno que hicimos, como Jesús. Que sus palabras sigan guiando nuestro camino en esta vida llena de subidas y bajadas y que con su voz, sigamos creciendo de manera positiva para ser frutos de amor.

Propósito de hoy: Padre, que tu palabra sea siempre la respuesta a mis dudas y me fortalezca cada vez que se pone ante mí, la tentación de hacer el mal.