12 DE MARZO: RECONOZCO CUANDO HACES ALGO POR MÍ.

Juan 5, 1-16 ”Levántate, toma tu camilla y anda”.

Que palabras tan profundas cuando Dios le dice al hombre que tiene más de 38 años enfermo “levántate, toma tu camilla y anda” y en este caso, Jesús lo hace para que los ahí presentes den cuenta de los prodigios y milagros que puede hacer, a cualquier hora, en cualquier momento. ¿Te ha pasado que la gente es renuente a darse cuenta de lo que eres capaz?

Mas tarde el hombre se reencontró con Jesús en el templo y Jesús le dijo “Ya quedaste sano, no peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor”. Jesús lo sana y no solo de la habilidad de levantarse, no, también de sus enfermedades emocionales. Cuando Jesús le dice: “¿Quieres curarte?”, el hombre empezó a culpar a los demás de su desgracia y refleja el odio y resentimiento que tiene en su corazón, emociones que ha acumulado por el dolor de su soledad. Cuando Jesús le dice que no peque más, es para que este hombre pueda hacer algo de su vida ahora que ha sido perdonado y deje de odiar.

Nuevamente Jesús sana en sábado y despierta como siempre deseos de persecución por parte de los judíos. Sin embargo, Él curaba ese día dando a entender que para Dios no hay nada imposible y que las cosas se hacen en el momento oportuno no cuando conviene a los demás.

Un ejemplo muy sencillo de la falta de reconocimiento a nuestras acciones, es el papel de la mamá. La casa está limpia, la ropa lavada, los platos y la cocina impecable y el resto de la familia, como que cree que su casa está bonita por sí sola. Pero ¿Qué pasa cuando la mamá sale de casa dos días? ¡Todo está sucio y en desorden! Y aunque sea difícil de creer, ni aún así la familia se da cuenta que la persona que pone el orden, que limpia, que lava la ropa es por lo general la mamá. Es la labor más menospreciada en el mundo y es siempre la más importante para que el funcionamiento de un hogar sea exitoso. Y ¿Sabemos reconocer a mamá por todo lo que hace por nosotros? Igual Jesús, curaba y sanaba y sacaba demonios y aún así los sacerdotes y judíos no reconocían su poder de sanación.

Podemos pensar que Jesús y mamá tienen algo en común. ¿Puedes adivinar? Lo que ellos tienen en común es el gran amor que hay en su corazón para el servicio a sus hijos, es la compasión que tienen hacia el prójimo, es la bondad que hay en su infinito amor que reciben de Dios Padre.

Propósito de hoy: Que el amor de Dios también llene mi corazón, para poner al servicio de las personas que me rodean, mis dones y virtudes sin importar el día o la hora.