23 DE FEBRERO: QUE MI ENTREGA DE AMOR SEA COMO LA TUYA.

Mateo 5, 20-26 “Deja tu ofrenda junto al altar”.

Este Evangelio de Mateo siempre me impacta porque nos dice Jesús que antes de venir a su casa, nos regresemos a hacer las paces con nuestro hermano. Y eso significa que Dios nos quiere íntegros, no quiere que seamos como los hipócritas, dándonos golpes de pecho de lo buenos que somos; y se nos olvida que, si alguien nos conoce, es Él.

A nadie le gusta ser maltratado y mucho menos dentro de un lugar santo como lo es donde habita nuestro Señor y ahí, adentro de la casa de Dios he vivido situaciones muy fuertes de personas que no salen del templo y que aparentan ser mujeres virtuosas, pero, sus acciones están muy lejos de dar testimonio del amor de Dios. ¿Te ha pasado algo similar?

La principal prueba del Cristianismo se ve reflejada en el amor que damos, empezando por el mandamiento que nos dejó Jesucristo: “Amaras a tu prójimo como Yo te amo”. Y hay que poner atención: nos dice “COMO YO TE AMO”, ya no nos dice como a ti mismo, no; ahora nos pide algo más profundo e intenso, algo muy difícil de llevar a cabo porque requiere un amor incondicional, requiere una entrega, un “hacer el bien sin mirar a quién”, Jesús quiere que seamos como Él.

¡Vaya que es una tarea difícil! Y digo difícil porque si fuera fácil no hubiera guerras, todos fuéramos amables unos con otros, caminaríamos por la calle sin sentirnos amenazados por la violencia. Jesús quiere que lo imitemos y seamos testimonio de su muerte, porque ahí, en la cruz, pidió por nuestra salvación, le dijo a Su Padre que nos perdonara, que fuera bueno con nosotros y qué mayor muestra de amor es esa. Eso mismo quiere que hagamos nosotros, que aprendamos a perdonar y que en ese perdón nuestra fe crezca porque sería vivir siempre en la esperanza de que vamos a sembrar buena cosecha y que los frutos del Espiritu Santo serán multiplicados por medio del amor que estamos dispuestos a dar.

Y entonces, Jesús nos espera en el altar, en la Eucaristía, donde se entrega a nosotros por amor para que nosotros podamos también llevar nuestra ofrenda hasta su corazón.

Propósito de hoy: Que nunca deje un lugar, sin haber pedido perdón a mis hermanos, y sin haberles recordado lo mucho que los amo, por que Tú me has dado la gracia del amor y yo quiero compartirlo con los demás como Tú haces conmigo todos los días de mi vida.