7 DE FEBRERO: QUIERO UN BUEN CORAZÓN.

Marcos 7, 14-23 “Nada que entre de fuera, puede manchar al hombre”.

Cuando hablamos de principios morales, nos referimos a la coherencia que existe entre lo que decimos y lo que hacemos, entre lo que somos y cómo actuamos y es por medio de nuestro comportamiento si vamos a mantenernos en la verdad de nuestra palabra o si solo son letras que decimos sin sentido alguno. No importa cuántas cosas escuchemos o aprendamos en nuestra vida, sino lo que hacemos con ese conocimiento que puede hacernos un bien o desacreditarnos ante los demás. Jesús finaliza la frase diciéndonos: “Lo que si mancha es lo que sale de dentro”…del corazón.

¿Qué tan importante es cómo utilizamos nuestras palabras y de qué manera hablamos con los demás? Muy importante, porque de esto depende el reflejo que somos, del amor de Dios.

Una vez que hemos aprendido, hacemos una interpretación de los contenidos y es nuestra mente la que procesa la información y nuestro corazón la que asimila lo bueno y lo malo. Cuando usamos nuestras palabras para herir a alguien, no es error de lo que aprendimos sino de la manera en que decidimos utilizar lo que sentimos. Por ende, lo que nos llega de afuera no es malo, no, claro que no, lo malo es lo que nos sale de dentro y nos mancha y nos marca a veces, para toda la vida.

Hagamos que nuestro corazón se incline en las cosas de Dios, que aprenda tolerancia, que sea bondadoso, que irradie luz para ser una guía en el camino de alguien, que se incline a respetar a los demás, a no dejar que la envidia y el odio lo controlen, que lo más importante sea el servicio que compartimos con otros basado en el amor y la verdad del Hijo de Dios, y no en nuestros egoísmos ni en nuestro orgullo por ser siempre los mejores, por el poder de ganar, porque eso quedará siempre fuera del concepto de Dios en nuestro corazón.

Propósito de hoy: Padre te pido que el Espíritu Santo actúe sobre mi cada vez que me siento abrumado y que de mi boca salgan solo las palabras que Tú pones en mi corazón.