4 DE FEBRERO: TOMA MI MANO.

Marcos 1, 29-39 “Tomándola de la mano, la levantó”.

Cuantas veces nos hemos encontrado ante una situación de dolor sin saber que podemos consolarnos unos a otros con tan poco como tomar de la mano a la persona que sufre. Una de las maneras más humanas para decirnos que nos amamos, o que estamos pendientes, o que nos importan los demás es por medio del abrazo, o al tomarnos de la mano porque sabemos que no nos van a soltar ni que nosotros vamos a soltar esa mano. Son maneras de apoyo de los que todos tenemos necesidad. El hombre se creó para vivir con otros, para crear una familia, para sentir que estamos juntos y para saber que pertenecemos a una comunidad familiar, pero cuando de repente nos encontramos solos, nos causa un gran dolor quedarnos sin demostraciones de amor. ¿Conoces a alguien que está en esta situación?

Jesús constantemente nos recuerda el poder del amor. Y muchas veces creemos que solo Jesús puede sanar y si, es verdad, sin embargo también nosotros; cuando Él nos da esa gracia y ese poder de sanar quién sufre, con el amor de nuestro corazón. Llegar con nuestra madre que sufre, o nuestro amigo que está desesperado, o con aquella persona desolada y sin esperanza y con solo sentarnos a escuchar sus historias, a darles un abrazo, a tomarles la mano se da una comunicación increíble de paz, de consuelo, porque sentimos empatía por las cosas del otro y eso, cada vez nos hace dar testimonio del amor de Dios que vive en nuestro corazón. Inténtalo, verás que te das cuenta que también a ti te hace sentir bien.

Creemos que haciendo obras de amor y de caridad solo es para ayudar al otro, sin embargo, cuando tenemos el amor de Dios en nuestro corazón sentimos una necesidad muy bonita y a veces intensa, de darlo todo por Él y en ese dar, está el acercarnos al que sufre, al que tiene hambre, al desamparado, al que no tiene fe, al que en su angustia ha perdido las ganas de seguir y sentimos el deseo de extender la mano, de agarrar al otro, de detenerlo. Entonces es cuando más nos identificamos con Jesús, y es que, es Él quién que nos anima para que en esa mano extendida ayudemos a los demás y entreguemos nuestro corazón, compartiendo con el que necesita, nuestra paz y bondad.

Propósito de hoy: Que nunca se nos olvide que el servicio a los demás, es el ejemplo que nos deja Jesús en el corazón.