23 DE ENERO: QUIERO SER TU FAMILIA.

Marcos 3, 31-35 “Éstos son mi madre y mis hermanos”

El sentido de pertenencia es muy importante para el ser humano desde el principio del tiempo; sabernos parte de un clan, de una familia, de un grupo nos hace sentir amados. En ésta parte del Evangelio de Marcos, es un poco sorprendente la respuesta de Jesús cuando le anuncian que su Madre y sus hermanos estaban afuera, de visita, al responder: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”.

Por un lado nos desconcierta, es como si negara a su madre, pero no; va más allá, porque nos está dando la dignidad de madre y hermanos a todos aquellos que cumplimos la voluntad de Dios. ¿No es, acaso, maravilloso? Saber que Jesús nos dice: “ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”,  ¡es un regalo para nosotros!, es a nosotros a quién nos habla y nos recuerda que el estar cerca del Padre y seguir su palabra nos convierte en hijos de Dios, por consiguiente en sus hermanos.

¡Somos hermanos de Jesucristo!

Seguir la voluntad de Dios es imitar a Cristo. Sí, lo sé, ¡qué difícil suena! Y es que si es difícil mantenerse fuera de las tentaciones mundanas, siempre es más fácil darle la vuelta a las virtudes que nos caracterizan que ponerlas en práctica. Un ejemplo muy sencillo es el control de nuestra ira. ¡Qué complicado es quedarse tranquilo ante una situación que nos molesta! Es más fácil empezar a dar de gritos, recriminando a los demás, que con amor intentar escuchar o explicar porqué estamos enojados. ¿Te ha pasado alguna vez? Y, es que cumplir la voluntad de Dios es vivir en el servicio a los demás, es querer aumentar nuestra fe, es cumplir los mandamientos que son solo 10; no robar, no matar, respetar a nuestros padres, no desear lo que no es nuestro, no cometer faltas a la moral, ni actos impuros como desear a la pareja de alguien más, amarnos a nosotros y a los demás como nos amamos a nosotros mismos y principalmente no negar a Dios, ni jurar en Su nombre, respetar el Día del Señor y por sobre todas las cosas amarlo con todo nuestro corazón.

Si, seguir la voluntad de Dios tiene su compromiso, pero también su recompensa, que bien valen todo nuestro esfuerzo para ser llamados hijos de Dios.

Propósito de hoy: Sentirme siempre orgulloso de ser parte de la familia de Jesús y de que Él me llame su hermano, su hermana o su madre.