22 DE ENERO: SIEMPRE ESTÁS EN MI CORAZÓN.

Marcos 3, 22-30 “El que blasfeme contra el Espíritu Santo, nunca tendrá perdón”.

Todos, absolutamente todos los pecados que cometemos pueden ser perdonados por la gracia y la misericordia de Dios, pero blasfemar contra el Espíritu Santo es el único pecado que nunca tendrá perdón. ¿Lo sabías?

Cuando le damos un lugar en nuestro lenguaje y en nuestra manera de ser al demonio, ponemos en riesgo nuestra fe y cuando le permitimos que nos controle  o que tome el lugar que le corresponde a Dios es manifestarse en contra del Espíritu Santo y eso es el peor de los pecados, que nunca será perdonado. Confundir las cosas de Dios con Satanás nos lleva a la perdición de la moral, a la entrega al vacío de cualquier cualidad que podamos tener, nos lleva a un pecado eterno, nos mata.

Y esto quiere decir que estamos rechazando al Espíritu de Dios, estamos negando Su obra de salvación, no le estamos permitiendo acercarse a nosotros porque lo rechazamos. Si cometemos un pecado mortal y estando conscientes de ello, no acudimos a una confesión y en lugar de acercarnos más a Dios nos alejamos; negamos el poder del Espíritu Santo para guiarnos en el camino de la vida y de la verdad. Al negarlo y preferir seguir obedeciendo al demonio, debilitamos nuestra fe y dejamos de creer en Dios y en sus planes de amor para cada uno de nosotros.

La buena noticia es que si, en lugar de alejarnos a Él, logramos reconocer que hemos pecado, que fallamos, que nos arrepentimos de nuestras acciones y empezamos a escuchar esa voz de amor, que nos consuela; nuestro camino va a cambiar su rumbo hacia una mejor convivencia con Dios. Podemos recuperar ese ardor de amar a Jesús, de saberlo en nuestro corazón, de confiar en Su Palabra de vida eterna y pedir perdón por la gracia del Espíritu Santo y entonces poder abrazar la esperanza de ser perdonados.

No debemos perdernos en tentaciones que solo nos alejan de nuestras convicciones, siempre hay que buscar a Dios para que, por gracia del Espíritu Santo, reconozcamos Sus dones puestos en  nuestro corazón.

Propósito de hoy: No permitas jamás que debilite mi amor por ti, ayúdame por medio de la oración a aumentar mi fe.