11 DE ENERO: QUE MI FE, SEA TOTAL.

Mateo 1, 40-45 “Si tú quieres, puedes curarme”.

El poder de la fe.

‘Si tú quieres’, le dice el leproso a Jesús, ‘puedes curarme’, reconociendo con estas palabras, que Jesús es el Hijo de Dios y claro que ante esa petición tan específica le contesta: “¡Si quiero!” Y el hombre queda sanado con tan solo un toque de Su mano.

¡Así es la fe! Y nos falta mucho por conocer de esta gracia que se vive ciegamente, porque la fe es entrega, es poner nuestra vida en manos de Dios, es dejarlo actuar sin preguntar, es esperar con amor y paciencia que Su voluntad compagine con nuestra voluntad para vernos rodeados de los milagros que nos sostienen en este camino, que a veces es difícil de recorrer.

El ejemplo que nos cuenta Mateo de este leproso, apartado del mundo por su enfermedad, que no podía relacionarse con nadie; es un ejemplo de amor y por supuesto de fe y de entrega al ver a Jesús pasar, porque creía en su poder sanador por todo lo que escuchaba hablar de él. Decirle a alguien “si tú quieres” es una afirmación de que confías y que sabes que si quiere-puede. Así como el leproso, seamos personas de fe en Jesús, el Hijo de Dios; nosotros también vivimos con enfermedades que nos cuesta sanar, tanto físicas como emocionales y encomendarlas a Dios por medio de la oración de todos los días es la mejor manera de sanar nuestras angustias, las incertidumbres, el dolor del corazón, porque cuando sabemos que es Dios quien nos sostiene ante las penas y el dolor, nuestra percepción cambia por que no sentimos que vamos contra corriente solos. Dejemos que sea Dios quien nos llene de amor para correr a decirle a los demás que hemos sido tocados por la mano milagrosa de Dios, así como hizo con este leproso, que corrió a compartir su alegría con todos los demás.

Dejemos que nuestra fe actúe a nuestro favor y que podamos vencer las tentaciones de hacernos daño a nosotros mismos por las drogas, o la prostitución, o el poder; que nuestra fe en Dios sea más valiosa para nosotros que cualquier otra recompensa que alguien nos ofrezca. Aprendamos a vivir en oración continua para aumentar nuestra fe poco a poco, cada día, con amor.

Propósito de hoy: Que mi fe sea más grande que cualquier cosa, para sentir en mi corazón la gracia y el poder sanador de Dios.