8 DE ENERO: CAMBIO MI CRUZ POR TU AMOR.

Marcos 1, 7-11 “Tú eres mi Hijo amado”

Las palabras de un padre que nos dice que nos ama se marcan en el corazón como pilar fundamental de nuestro existir, porque son las primeras palabras de amor que conocemos desde el día que nacemos. Cuando Dios Padre le dice a Jesús “Tú eres mi Hijo amado” también podemos recibirlas en el corazón como nuestras, y es que nuestro padre en el cielo no se cansa de repetirnos siempre que somos sus hijos amados. ¿Algún día has sentido estas palabras poderosas en tu corazón? O mejor aún ¿Algún día le has recordado a tus hijos que los amas?

Cuando Dios le habla a su Hijo amado, le está dando el poder del Espíritu Santo al igual que el poder de Su amor infinito y sabemos muy bien que Jesús va a necesitar ambos para el transcurso de su vida especialmente al momento de la crucifixión y ahí en la cruz, Jesús, con ese amor que tiene también por nosotros, le dice a su Padre que nos perdone, porque no sabemos lo que hacemos. Es ese amor transformador de Jesús lo que nos debe animar a imitarlo.

No importa cuántas veces alguien nos ofende o nos hace daño; siempre en la misericordia de Dios debemos pedir para que su alma sane, porque nosotros somos fruto de amor y es como debemos vivir la vida: ¡Amando, haciendo el bien! y aún si nos cuesta mucho trabajo hay que perdonar y pedir perdón. Y esto del perdón no es algo sencillo, es donde ponemos nuestra esperanza para recuperar la paz interior.

Hay que empezar por perdonarnos cada uno por eso que sabemos hicimos mal y que traemos cargando como una cruz que no sabemos cómo soltar; si matamos, o abortamos, o condenamos injustamente, o usamos al demonio como nuestro escudo contra el Espíritu Santo, empecemos por perdonárnoslo todo y así poder arrodillarnos ante Dios y pedirle a Él su misericordia para entregarle nuestra cruz a cambio de un corazón de amor. Entonces, es cuando debemos acercarnos a nuestros hermanos y con un corazón libre de dolor, pedirles perdón por haberlos lastimado y aceptar perdonar cuando nos lo piden a nosotros.

Recordemos siempre que igual que Jesús, nosotros somos los hijos amados de Dios Padre, sí: tú y yo.

Propósito de hoy: Sentir el amor de Dios en mi corazón para sanar mi dolor y aprender a pedir perdón a quién ofendí.