31 DE DICIEMBRE: TE RECIBO CON AMOR.

Lucas 1, 26-38 “Yo soy la esclava del Señor”

Tal vez las palabras de María nos han sorprendido desde siempre cuando se llama a sí misma “esclava”. Eso de la esclavitud, es un concepto que se ha ido dejando como algo del pasado ¿Quién quiere ser un esclavo?

Sin embargo las palabras de una joven llamada María son una plegaria de amor.

La entrega de María es total, porque al escuchar que el ángel del Señor, le dice “no temas María” ella en realidad perdió el miedo que tuvo al principio y comprendió tal vez desde su corazón, que era Dios quién le hablaba y a quién dió esta respuesta que resuena en nuestros oidos. ¡Que grande eres María, madre de todos nosotros! Porque supiste entregarte a Dios por tu fe y por ese amor que te permitía confiar en Él.

Hoy, es el último día del año y es un momento de volver la vista hacia atrás y darnos cuenta de lo que hicimos bien, de las cosas en que sobresalimos, para ver aquellas situaciones difíciles donde nos atoramos y cómo logramos salir adelante; es buen día para sentarnos un rato a pensar en nosotros, ¿Cómo está mi fe? ¿Hacia dónde dirijo mi esperanza? Y en este espacio personal, recapacitar en las cosas que ya no quiero para mi, que me lastiman y en las cosas que amo y quiero repetir con más frecuencia. Hoy es el momento del año en que me hago propuestas personales de superación, en que dejo atrás lo insistente que he sido con lo que no puedo cambiar, hoy es una oportunidad de comienzo, una vez más.

María tuvo el amor y la fe de entregarse a Dios y nosotros debemos pensar qué tan dispuestos estamos para seguir los pasos de María. ¿Queremos aumentar nuestro amor a Dios por medio de la oración?, ¿Estamos listos para sacrificarnos un poco por los demás?, ¿Tenemos claro el servicio que podemos ofrecer a quién nos necesita?, ¿Somos conscientes de la misericordia de la que somos capaces de tener por ese amor infinito que hay escondido en nuestro corazón?

Permitamos que sea María ese ejemplo de sacrificio, de santidad, de servicio y recordar que ahí, en la cruz, su fortaleza se derrama en nosotros para recibir este nuevo año con esperanza; con esa esperanza que restaura nuestro corazón y esa fortaleza que nos ayuda a reestructurar nuestras prioridades, a aclarar nuestro motivo de vida, y a definir e identificar lo que nos hace bien, para no tener miedo.

Vamos preparándonos este último día del 2023 y encontremos las respuestas al ver a María como una madre sin mancha, perfecta, llena de gracia y que con su ejemplo podamos dar un paso a la vez, en caridad y virtud.

Propósito de hoy: Recibir el año ayudando a los demás y que sea mi nuevo proyecto de vida con el ejemplo de María, la madre del Hijo de Dios y mía.