19 DE DICIEMBRE: NO ESCONDAS TU FE.

Lucas 1, 5-25 “No temas Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada”

Zacarías y su esposa Isabel eran personas mayores que no habían tenido hijos y que suplicaban a Dios que les diera la gracia de poder dar a luz a un hijo y continuar su descendencia; eran devotos y obedecían la ley de Dios en su totalidad, hasta que un día un ángel se le apareció a Zacarías y le dijo que su esposa daría luz al que vendría a preparar el camino para el Hijo de Dios. Y ante esa aparición, Zacarías dudó.

¿Cuántas veces pedimos un milagro y no lo podemos creer cuando sucede? ¿Acaso le pedimos a nuestros padres un regalo esperando que no nos lo den? A Zacarías, su falta de fe, le costó la pérdida de su voz y la recuperó hasta el día que nació Juan el Bautista. A nosotros ¿Cuánto nos cuesta nuestra falta de fe, en los milagros de Dios?

Levantarnos por la mañana es una gran bendición y de ahí tenemos todo un día repleto de milagros que no sabemos reconocer, y tenemos la costumbre de decir: “es que tuve suerte”. Bueno, la suerte no existe, lo que se nos presenta, es la voluntad de Dios para complacer nuestros deseos, ni más ni menos.

Y nos preguntamos ¿Cómo puedo tener fe?

Aumentamos nuestra fe, siendo sensibles al sufrimiento del Hijo de Dios, que ahí en la cruz pidió por nosotros, suplicó al Padre que nos perdonara por no saber a quién habíamos crucificado. Siendo personas de oración, que aprendamos a entregar el corazón a Dios en cada plegaria que rezamos, ahí frente a Él en casa, o en la iglesia, o viendo la cruz. Siendo personas de bien, porque la fe nos lleva a la caridad y la caridad nos permite servir a otros en sus necesidades, ayudando al que es débil o está enfermo, acompañando a los abuelos o padres que ya no pueden valerse por sí mismos, o que se han quedado solos porque todos tomamos nuestro rumbo lejos de ellos. No escondamos nuestra fe, que no nos de miedo sentirla y que el amor y el respeto que tenemos hacia los demás, les traiga alegría cuando vamos a visitarlos y a acompañarlos en su soledad.

Así vamos a ir creciendo en el amor de Dios y así es cómo nuestra fe tendrá valor. Decir que no salimos de la iglesia y que somos muy buenas personas, en ningún momento hace crecer nuestra fe, porque la fe sin obras y sin acciones de bien no sirve de nada, éstas son las que mantienen viva nuestra fe, en el amor y en el servicio que damos y en la manera en que confiamos que de la mano de Dios, vamos a salir adelante en todo momento.

Propósito de hoy: No perder mi fe en Dios y acercarme más a Él en la oración y el amor que soy capaz de compartir con los demás.