12 DE DICIEMBRE: ¡VIVA LA VIRGEN DE GUADALUPE!

Lucas 1, 26-38 “No temas María, porque has hallado gracia ante Dios.”

Cada vez que recitamos el Ave María estamos rezándole a María, bendiciéndola a ella y a su amado hijo Jesús, amado también por nosotros.

María, “llena de gracia, bendita entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”. ¡Qué hermosa oración!

Y en esta oración vamos aumentando nuestra fe, porque confiamos que la Virgen María, nos arropa con su manto, y nos bendice para siempre, proteger nuestra vida.

“Una mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de estrellas sobre su cabeza”, como lee el libro del Apocalipsis 12, 1; es aquella que se apareció en el cerrito del Tepeyac, en México. Nuestra Madre, María, la llena de gracia, hizo presencia especialmente para los mexicanos y para los pueblos de Latinoamérica, llamándose María De Guadalupe, Madre de Dios y Emperatriz de las Américas.

María, la Guadalupana, la Morenita, la  vestida de sol, representa a la iglesia, a su pueblo, a nosotros y al triunfo de Dios, al vencer al mal encarnando al Hijo de Dios para interceder por nosotros, victoriosa, en el cielo, como la primera discípula de su Hijo Jesucristo.

El Cerro del Tepeyac, al igual que Galilea y Jerusalén es un lugar que tiene un gran simbolismo evangélico y es donde María de Guadalupe, se presenta ante los pobres y engrandece a los humildes al aparecerse al indio San Juan Diego, evangelizándolo con ternura materna, como ha hecho con nosotros sus hijos Mexicanos y Latinoamericanos.

La Virgen de Guadalupe nos dice: “Yo soy la perfecta siempre Virgen Santa María, madre del verdaderísimo Dios por quién se vive” y nos consuela con sus palabras de amor cada vez que recordamos sus palabras: “¿No estoy aquí yo, que soy tu madre?”

Propósito de hoy: Visitar a María de Guadalupe y decirle con todo el corazón: ¡Que viva la Virgen de Guadalupe!