13 DE NOVIEMBRE: SOY VALEROSO.

Lucas 17, 1-6 “No es posible evitar que existan ocasiones de pecado, pero ¡ay de aquel que los provoca!”

No seamos los que provocamos un pecado, ni los que incitamos a otros a pecar. En una ocasión un joven me platicó que dejó de salir con sus primos, porque cuando salían todos con sus novias, a determinada hora iban a dejar a la novia a su casa y se regresaban a seguir la fiesta con otras muchachas; y a él le parecía que estaba siendo complice de sus primos al permitir y decidió dejar de salir con ellos. Tal vez este comportamiento sea muy común, incluso en las personas adultas y son los valores morales los que van a determinar qué tanto estamos dispuestos a tolerar de las personas con quien salimos, o conocemos. Eso se da también en la oficina, que estando casados se falta a la moral con compañeros de trabajo, pensando que si el esposo o esposa no se enteran, no le hacen daño a nadie.

¿Cómo estamos con los valores morales? ¿Cómo es nuestra conducta cuando creemos que nadie nos ve? No es necesario que alguien nos vea para hacer las cosas bien, es nuestra conciencia despierta la que debe indicarnos si nuestro comportamiento es aceptable o si le faltamos al respeto a Dios, a nosotros mismos, o a los demás.

Vivir como verdaderos cristianos significa ser ejemplo y testimonio de amor todo el tiempo, porque es cuando demostramos que somos valerosos y tenemos virtudes que nos caracterizan como hijos de Dios. La oración nos ayuda tanto para nuestro crecimiento general y nos lleva a una paz ante Dios y nosotros, que determina nuestra manera de ser.

La virtud de la decencia es una linea muy fácil de romper, creemos que no va a pasar nada y solo nos engañamos sucumbiendo a tentaciones que pareen muy normales, que nos hacen creer que se va a hacer más pequeña nuestra carga. Y todos debemos aprender a cargar nuestra cruz con humildad, tal como hizo Jesús para poder dar fruto fecundo, que nos ayude a no caer en la tentación de pecar.

Propósito de hoy: Revisar que mis acciones no me lleven a alejarme del amor de Dios.