20 DE OCTUBRE: NO QUIERO OFENDERTE.

Lucas 12, 1-7 “No hay nada secreto que no llegue a conocerse”

En el Evangelio de Lucas, Jesús nos dice que nos cuidemos de la gente hipócrita y es verdad; una persona en la que confías y te traiciona, que revela tus secretos, no es para nada un buen amigo. Cuidémonos de aquel que habla de más, ya hasta lo vemos normal, que cuando dejamos de tener una amistad, se revela información dicha en la intimidad y esto es una falta a la moral inmensa. ¿Por qué somos así? ¿Por qué no sabemos respetarnos? ¿Somos acaso testimonio del maligno?

Jesús nos invita a cercarnos a Él y a confiar en su palabra de vida eterna que nos fortalece y nos ayuda a crecer en nuestra fe. Dios nos quita el miedo a lo que no conocemos, nos da respuestas, nos invita siempre a seguir conociéndolo, a querer estar cerca de Él, a escucharlo. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Y en este mandamiento entra ese respeto, el que nos debemos a nosotros mismos en lugar de ir por ahí hablando mal de las personas; porque al final del día quien está haciendo un daño es ese que no tiene escrúpulos y no se da cuenta que por sus palabras será tratado por los demás. Aprendamos a ser testigos de amor, que podamos ofrecer algo a quienes nos acompañan en el camino de la vida, que seamos personas que dan, que ofrecen un abrazo, o ayuda a quien lo necesita; vivamos con alegría de sabernos hijos de Dios y que encontremos en nuestro padre el consuelo que necesitamos para salir adelante, para crecer llenos de virtudes que vienen de Él, y que sepamos aprovechar los dones que nos fueron dados.

Todo lo que hacemos lo sabe Dios, y Él quiere lo mejor para nosotros. Solo tenemos que dejarlo actuar en nuestra vida, que nos ayude a tomar mejores decisiones, que nos ayude a aumentar nuestra fe, que sea la luz que ilumina nuestra obscuridad, siempre encendida para poderlo encontrar en las tinieblas de lo cotidiano y que nos ciega ante la verdad de su palabra de amor.

Propósito de hoy: Que tu luz, sea mi luz en la obscuridad.