Mateo 22, 1-14 “Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos”
No se si todos en el mundo estemos conscientes que somos llamados a ser santos ¿Pero cómo? Así, sencillo; Dios nos llama pero son pocos los elegidos. Todos recibimos la gracia para tener la capacidad de hacer el bien y somos nosotros quienes elegimos ser buenos o no tan buenos en la vida, ¿Lo sabías?
En todos los caminos a los que nos enfrentamos se nos presentan opciones; en su mayoría nos van a dirigir ante lo que está ya planeado por Dios en nuestra vida y que es bueno, pero otras nos van a llevar a alejarnos de Él. Las características más importantes del ser humano, son aquellas que nos ayudan a llevar una vida en paz, que nos acercan a la verdad y que nos permiten perdonar. Porque en el perdón conocemos la misericordia de Dios que nos reconcilia con nosotros mismos y con los demás, nos llenamos de gracia y sembramos amor por donde vamos.
Cuando se nos presentan situaciones difíciles acudimos a Dios y pedimos por sus bendiciones para que las cosas nos salgan bien, tales como pasar el examen o tener un bebé. Nos acordamos de Él y le rogamos nos ayude y es entonces cuando nos damos cuenta qué tan alejados estamos de Él y nos duele en lo más profundo recordar que Jesús murió por nosotros y que le pidió a Dios Padre que perdonara nuestros pecados y nosotros apenas lo recordamos cuando nos urge que nos ayude; lo más bonito es que siempre nos toma de la mano y a veces hasta nos levanta y no nos guarda rencor porque nos olvidamos de Él. Al contrario se alegra cada vez que nos acercamos a Él porque es nuestro Padre y nos ama.
Como nos dice Mateo, vayamos a la fiesta con nuestro mejor traje, ese traje que se lleva en el corazón; seamos auténticos, aprendamos a orar, celebremos la vida con alegría en las buenas y en las malas, recordemos a Dios todos los días y no solo cuando lo necesitamos. Vamos poniendo en práctica lo que nos dice a Palabra de Dios para poder sabernos hijos elegidos del Padre cuando llama a nuestro corazón.
Propósito de hoy: Voy a procurar ayudar a los demás con todo el amor y la paciencia que hay en mí.