1 DE OCTUBRE: TE DIGO: SÍ.

Mateo 21, 28-32 “Ya voy Señor, pero no fue”

Cuantas veces podemos identificarnos con ésta respuesta. Decimos que sí y luego no vamos, o no hacemos lo que dijimos al contestar que sí. ¿Por qué hacemos esto? Yo pienso que por quedar bien, por agradar al otro, o muchas veces para quitarnos a un insistente de encima. “Si le digo que sí, me va a dejar de molestar”. Entonces eso no nos da ningún valor, porque conscientemente mentimos.

Por otro lado cuántas veces nos pasa que decimos que no, y en cuanto decimos que no, nos arrepentimos de ese no y cambiamos de opinión y nos disponemos a hacer eso que se nos pidió. Igual puede haber varios motivos por cambiar nuestra respuesta, que muchas veces la cambiamos en silencio y solo hacemos lo que corresponde; puede ser porque sabemos que es algo que si podemos hacer, o porque nos da lástima la persona que nos lo pidió, o tal vez cuando dijimos que no: estábamos molestos, o no entendíamos bien de que se trataba y nos creíamos incapaces de hacerlo; pero lo hicimos, nos levantamos y dejamos de hacer lo que estábamos haciendo para ayudar a otros. Entonces nuestras acciones valen más que nuestra palabra y la palabra se fortalece, porque pudimos arrepentirnos para decir que sí.

Vivimos en un mundo donde estamos tan preocupados por nosotros mismos que nos olvidamos que para coexistir con los demás debemos pensar en ellos. Y qué mejor manera que haciendo el bien, ayudando si podemos o aún si requiere un gran esfuerzo, siendo sensibles para las cosas de los demás y de Dios y principalmente para agradarlo a Él.

Decir que sí cuando alguien nos pide ayuda debe sentirse como un acto de amor. Que nuestra humildad del corazón nos de siempre la oportunidad de arrepentirnos, de decirle que sí a Dios, de saber que Él nos espera, nos acompaña, nos perdona, que está presente cuando reconocemos que nos hemos equivocado y pedimos perdón; cuando queremos cambiar para bien, dejando fuera nuestro egoísmo y los vicios que nos llenan un vacío, que debería estar lleno con el amor de Dios.

Decir que sí a Dios va a cambiar nuestra vida, se va a llenar de esperanza y misericordia, de bondad, virtud, consuelo y mas que todo, de amor.

Propósito de hoy: Voy a decirte que sí Padre de amor.