25 DE SEPTIEMBRE: SOY LA LUZ.

Lucas 8, 16-18 “Nadie enciende una vela y la tapa con una vasija”

¿Qué sentido tendría encender una vela para cubrirla, para apagarla con una vasija, para ocultarla? Igual que nuestra vida ¿Qué sentido tiene opacar la luz que nos ha dado Dios, con vicios y maldad que solo nos llevan a una vida en la obscuridad?

La luz de Dios la reflejamos todos los seres humanos en nuestra manera de ser. ¿Te has fijado cuando estas emocionado contando una historia y tu mirada se ilumina? O ¿Cuándo vemos a nuestros hijos? ¿O cuando estamos enamorados? Es la luz de nuestro corazón que sale a iluminar nuestro camino, siempre motivada por una expresión de amor, y ese amor ¡es el de Dios! que nos acompaña a todos lados si nosotros queremos verlo.

¡Qué bendición es  poder ser luz para los demás! Y que nuestro camino esté lleno de bondad y sabiduría en las decisiones que tomamos, que abramos puertas de esperanza, que no caminemos en la obscuridad de la mentira, de la hipocresía, de la falsedad porque al final del día todo se sabe y podemos poner nuestro corazón en riesgo de apagarse, aún estando vivos.

“Al que tiene se le dará más” porque en la manera que tenemos amor y paz, perdón y misericordia vamos a poder darla a otros; si nosotros somos tolerantes seremos justos y seremos reconocidos como personas de luz, que iluminamos la vida de los demás en nuestra sencillez y ésta se va a duplicar, siempre, trayendo a nuestra vida dones y virtudes en abundancia.

La luz de Jesús ilumina nuestra obscuridad y eso es un regalo que nos llega porque creemos en Dios, gracias a nuestra fe, a la oración, a la Eucaristía. Es de esta manera que lo recibimos para que brille siempre en nuestro camino y no vivamos en el odio, o en una dificultad que no podemos resolver porque nuestra mente está apagada, o en las tinieblas del maligno. Más se nos dará, si acogemos la luz de Dios y si la sabemos compartir con los demás teniendo comportamientos que nos acerquen más a él y viviendo de manera digna, decente, amorosa, siendo personas de bien y serviciales, donde brille en nosotros una luz de amor para los demás.

Propósito de hoy: Cuidar que la luz en mi interior esté encendida para que Dios siempre me dé más.