19 DE SEPTIEMBRE: TÚ ME PROTEGES.

Lucas 7, 11-17 “Dios ha visitado a su pueblo”

“¡Levántate!”

¿Has escuchado esta palabra alguna vez? Ahí en el silencio de tu mente, o en la tormenta de tu corazón, o en el temor, o la desolación. ¿Esa vocecita que no tiene nombre, que algunos creemos que es nuestra conciencia diciéndonos lo que está bien y lo que no? Sí, esa es la voz de Dios, por medio del soplo amoroso del Espíritu Santo, protector de almas. ¡Levántate! Nos dice todo el tiempo.

Dios quiere sanarnos, quiere que todo lo malo que hay en nosotros o en nuestra vida, desaparezca para que podamos continuar siendo ejemplo y testimonio vivo de su creación de amor. ¡Somos su creación de amor!

Y ¿que quiere decir cuando hacemos algo con amor? Que es algo que atesoramos y somos el tesoro de Dios, llenos de dones y virtudes que estamos descubriendo día a día. Tal vez tu tienes el don de escuchar a los demás, o de cuidar con paciencia y amor a una persona discapacitada, o tal vez el sonido de tu voz es privilegiado o puede ser que dentro de ti exista un espíritu de servicio que estás por reconocer. Dios nos visita todos los días, somos su pueblo, él nos creó y cada vez que estamos cansados de la vida, o de lo que nos ha tocado vivir por las decisiones que hemos tomado en el transcurso, Dios está ahí si lo queremos ver ayudándonos a no caer, dándonos ánimo, haciéndonos más fuertes; solo nos pide que lo veamos acompañarnos.

Muchas veces nos cegamos ante la existencia y el poder milagroso y misericordioso de Dios. Mejor creemos en “la suerte”, que suerte que me pasó esto, que suerte que nos conocimos, que suerte que tengo salud…bueno más bien deberíamos de decir ¡qué bendecido estoy! Por que es la presencia de Dios quien nos llena de gracia y esa gracia la llenamos por la fe, y esa fe se construye en el corazón con la oración.

No nos olvidemos de Dios. No dejemos de orar y pedirle que siempre esté con nosotros que nos cuide, y nos ayude y que nunca se aparte de nuestro corazón. No nos olvidemos que somos su pueblo amado y él es siempre nuestro principal invitado.

Propósito de hoy: Saber que cuando esa voz me dice ¡Levántate! es la voz de Dios que me está protegiendo.