16 DE SEPTIEMBRE: TE LASTIMO SIN DARME CUENTA.

Lucas 15, 11-12 “Éste recibe a los pecadores y come con ellos”

¿Y a quién más va a recibir Jesús, sino a los pecadores? Sería la pregunta, porque los fariseos no estaba libres de pecado, siempre juzgando y amonestando las acciones del Hijo de Dios. Y la pregunta está vigente hoy día, porque seguimos siendo pecadores y Jesús nos alimenta cada vez que recibimos la comunión, en la Eucaristía lo recibimos a él, nos entrega su amor y nos llenamos de su gracia al arrepentimos del mal que hemos hecho, pidiendo perdón por nuestros pecados.

La iglesia está llena de pecadores que  buscamos redención, que queremos cambiar nuestras maneras de hacer las cosas para agradar a Dios; asistimos a la iglesia en busca de entendimiento hacia las cosas de Dios, queremos renovarnos para no morir.

Muchas veces nos dejamos llevar por emociones que nos lastiman y que vienen de nuestras inseguridades. Al sentir odio, rencor, venganza, coraje, envidia y muchas más nos lastimamos solos, aun más de lo que nos lastiman los demás, pero ¿cómo es eso? Recibimos de otros, palabras hirientes dichas sin intención o nos sentimos ofendidos por los demás; nos llenamos de estos sentimientos dañinos y es entonces que sufrimos, pero aquel que nos hirió o nos ofendió, tal vez lo hizo sin querer, no se dió cuenta. ¿Lo has pensado? Guardamos rencor en el corazón y a veces he visto en los demás, coraje muy profundo pensando que nos hicieron un mal, y pasan los años y sigue aumentando ese sentimiento en lugar de buscar el diálogo para sanar ese dolor. Como resultado de algo que sucedió hace mucho tiempo, la otra persona ni siquiera se acuerda, no sabe de qué le estamos hablando porque en su mente sus comentarios o acciones jamás tuvieron la intención de lastimar, ofender y mucho menos herir.

Todos somos pecadores y Jesús siempre está a nuestro lado, él quiere que busquemos el perdón, quiere que nos perdonemos unos a otros, que la reconciliación sea lo primero que nos viene a la mente cuando alguien nos lastima, o cuando lastimamos a alguien.

“La paz de Dios esté contigo”…son palabras que hay que decir con un corazón compasivo y amoroso, no solo repetirlas sin saber que estamos ofreciendo una reconciliación al decirlas.

Propósito de hoy: Reconocerme pecador y buscar la reconciliación con mis hermanos.