13 DE SEPTIEMBRE: QUIERO ESTAR EN TU REINO.

Lucas 6, 20-26 “Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios”

Para muchos de nosotros esta frase y todo el mensaje de Jesucristo sobre las bienaventuranzas, nos cuesta trabajo entender. ¿Cómo es eso de que el Reino de los Cielos es de los pobres? ¿Y los ricos, no tiene derecho? Y pensamos que aquel que es rico económicamente está condenado desde el principio a quedar fuera del Reino de Dios.

Sin embargo Jesús nos habla de la riqueza humana, esa de nuestro corazón más que de la económica. Yo conozco personas en muy buena situación económica que viven una vida de humildad como ejemplo de obediencia hacia Dios. ¡El Reino de los cielos es de todos nosotros! Pobres o ricos sin nada que ver con su posición socioeconómica. Es cierto que Dios le pide a sus discípulos que vendan todo lo que tienen y lo sigan, son los elegidos.

Todos estamos llamados a ser felices, a gozar de una vida de paz y bien, pero muy pocos son los que logran entender estas palabras. Debemos darnos cuenta que necesitamos a Dios, que sin Él vamos a tener suerte solo un tiempo, porque la suerte no viene de Dios, de Dios vienen las bendiciones, en la constancia de nuestra oración  y de nuestro proceder en obediencia a la Palabra de Dios. Darle de comer al hambriento y de beber al sediento, ayudar al necesitado que igual y somos nosotros y debemos ayudarnos unos a otros en la bondad y la misericordia de Dios.

Dios hizo la creación y en ella nos regaló todo lo que necesitamos para llevar una vida plena, la iluminación del sol y la luna, las plantas y animales, la reproducción del ser humano; todo puesto para nosotros y aprovecharlo procurando el bienestar común. Y es ahí donde entra nuestra riqueza, en saber aprovechar todo sin destruir, sin hacer daño, sin la necesidad de ser malos unos con otros.

Dichosos tu y yo, porque el Reino de Dios es nuestro, en la medida en que somos testimonio del amor de Jesucristo que vino a sufrir por nuestros pecados y a perdonar para ponerse de ejemplo ante el perdón y la reconciliación que debemos imitar cada día para ser como Él, en el amor incondicional y en el deseo de servir a los demás para entrar a su reino.

Propósito de hoy: Reconocer cuánto hago por mis hermanos y de que manera puedo mejorar mi testimonio de amor en mis acciones.