5 DE SEPTIEMBRE: ALÉJATE DE MÍ.

Lucas 4, 31-37 “Sé que tú eres el Santo de Dios”

¡Hasta el demonio reconocía a Jesucristo! “¿Por qué has venido a destruirnos?” Le dice ese espíritu inmundo a Jesús.

Hoy día, los espíritus inmundos siguen contaminando la vida de las personas que amamos. Siguen metiéndose en sus corazones y destruyen nuestras familias. Jesús es el ejemplo de autoridad, es el que tiene todas las respuestas, es quién puede reconocer de entre la multitud tu corazón y el mío. Jesús es el Santo de Dios, es el rey del amor, es el protector absoluto y es el mensaje de verdad por el cuál debemos regir nuestra vida.

En el camino que hemos decidido seguir, la figura de Jesús es fuerza, debe representar la entereza, porque es bondad y misericordia es por quién aprendemos a perdonar y a pedir perdón con humildad en el corazón. Jesús es sinónimo de vida, de coraje capaz de derrumbar el mal que nos marea y enamora para alejarnos de Dios.

Vivamos en la oración, que sea nuestro mejor poema, que sea la palabra favorita en nuestro vocabulario, que la oración llene esos espacios de ocio cuando las tentaciones nos atacan, cuando el odio se quiere apoderar de nosotros, cuando la maldad divaga en nuestra mente y nos identificamos frágiles.  En la oración está Dios hecho hombre en la figura de Jesucristo y con Jesús el mal muere, ya no nos puede lastimar, no nos hace daño porque el Santo de Dios nos protege, viene a nuestro auxilio, nos acompaña y nos da el valor para enfrentar nuestros miedos y hacer de lado los vicios que trae consigo el demonio.

Te invito a que hoy abras tu corazón y quieras reconocer a Jesús que nunca nos deja solos, que no nos abandona y que no seamos nosotros quienes lo abandonamos a Él.

Propósito de hoy: Dame tu fortaleza para no caer en las tentaciones del mal que quiere adueñarse de mi vida.